Ha sido un fin de semana bastante intenso, repleto de
cuentos, de público diverso y, sobre todo, de reflexiones que quiero compartir:
En La Palma, en una estupenda librería, la única en
un municipio pequeño, verde y acogedor, propusimos una sesión de cuentos para
público de todas las edades. No puede uno menos que plantearse cosas cuando se
reúnen en un mismo lugar niños desde los 3 hasta los 12 años. ¿Qué cuentos
contar para abarcar edades tan amplias? ¿Cómo hacer para que los niños de tres
años y los de doce no se queden descolgados? Es complicado. Con los años contando
cuentos y probando distintos repertorios, he llegado a descubrir algunos títulos
que siempre funcionan y que hacen que desde los 3 años hasta los adultos se
enamoren de la historia y la sigan con igual ilusión y complicidad, pero
cuesta. Son sesiones y sesiones de ensayo-error, de selección y eliminación de
posibles historias y de formas de contar. Al final, algunos títulos de libros álbum se salvan muy
bien: Madrechillona, La vaca que puso un
huevo, La  mosca, La ovejita que vino a
cenar, Selma…
pero en mi opinión no es porque esos títulos concretos sean
válidos para todas las edades (que lo son), sino porque los has hecho tuyos y
desde tu registro eres capaz de moverlos con los guiños que llegan a los
mayores y la sencillez con que lo reciben los pequeños. El humor también es
fundamental. Al final, probar, probar y probar.
Por otro lado, tuve la oportunidad de preparar y
llevar a cabo mi primera sesión de cuentos para bebés de 6 a 18-20 meses. La
ilusión con que abordé la empresa y la ayuda de profesionales en el tema fue
esencial. Conté con la colaboración de Lili Cuentacuentos, una compañera y
amiga que lleva muchos años trabajando con bebés en Madrid y me dio algunos
consejos esenciales. Por otro lado, Nuria, directora de Andares Tenerife, el
centro especializado en atención y educación infantil donde llevamos a cabo la
sesión, fue la que me dio la oportunidad de realizar la actividad, después de
tanto tiempo con ganas de abordarla. La experiencia fue eso: experiencia. Fue
positiva en tanto en cuanto fue. Muchos bebés de distintas edades, canciones, títeres,
cuentos repetitivos, color y ternura llenaron la habitación. Unos padres
maravillosamente participativos. Después de la sesión hablamos brevemente sobre
las bondades de acercar los bebés a los libros (de hecho la actividad formaba
parte deI Encuentro a nivel nacional para acercar los bebés a los libros) y la
verdad es que fue estupendo. El próximo sábado proponemos otra para bebés hasta 3 años. 
Y para terminar el fin de semana, el estreno de
NARRACADABRA por parte de Cuentoscopio (formado por los narradores Antonio
Conejo, Fabio González y yo), una propuesta de cuentos a tres voces para público
infantil y familiar donde jugamos con el concepto de la magia, las pistas que
nos llevan a las historias y el trabajo a tres bandas. Los distintos registros
y el juego escénico que ha de ponerse en práctica en escena cuando deben
intervenir tres narradores no tiene nada que ver con el trabajo individual o incluso por pareja, y esto es fuente inacabable de reflexión. Como narrador, en esta
propuesta, tienes distintos enfoques: por un lado, narrador objetivo que cuenta
una historia representada por los personajes; por otro, narrador objetivo que
se desdobla en algún personaje e incluso narrador como personaje. Eso incluyendo
el trabajo escénico-teatral que ha de implementarse al ser tres personas
jugando en el escenario, con objetos, instrumentos… y la coordinación y
conocimiento que esto requiere. También uno se plantea el modo en que una propuesta no teatral incluye tantos elementos de este género. 
Realmente, una de las cosas que más me gusta de
trabajar en pareja o grupo es poder compartir ideas y experiencias que de otro
modo no hacemos. Ayer mismo comentaba con los chicos que, no habiendo nadie que
nos enseñe ni que nos guíe, sino más bien habiendo aprendido por nosotros
mismos lo poco o mucho que sabemos, el poder, juntos, criticarnos, evaluarnos,
compartirnos y aprendernos es un lujo que estoy agradeciendo muchísimo.
En fin, cada tipo de sesión, la preparación del repertorio
según las edades y los lugares donde se realizan, el trabajo individual o en
grupo, la conciencia de la necesidad de mejora y las ganas de aprender a
diario, de uno mismo y de los otros, son una verdadera alegría, y la verdad,
poder hablar de ello, aunque sea aquí, para mí misma o para quien le interese, es también una práctica. Al
final, cuando compartes es cuando te das cuenta de lo que sabes y, sobre todo,
de lo que ignoras.

¡Seguimos!