Dos
semanas en la ciudad más bonita de Reino Unido dan para mucho. A esta hora hace
14 días estaba volando hacia la ciudad de camino a encontrarme con David.
Cómoda
y contenta. Así me encuentro. El frío y el tiempo de personalidad múltiple al
estilo “ahora te achicharro, ahora te congelo, ahora vuelas como en un huracán”
(todo en la franja de una hora) sigue sin cambiar. Pero bueno, ya me he
acostumbrado a salir haga el tiempo que haga, así que ya me considero casi adaptada
en ese sentido. O adaptada, porque quejarse se quejan los escoceses todos los
días. This is scotland, resumen, así, como para concluir, mientras no saben si
quitarse el gorro o ponerse el chubasquero.

Viviendo
en esta casa es muy fácil estar bien. David no solo comparte piso conmigo sino
también con una cantante, Helene Clark, que se pasa el día cantando y tocando.
Por suerte me encanta su estilo. Ah, y yo comparto habitación con un ratón.
Charlie se llama, por lo visto. Según Helene no está permitido matarle. Vive en
la segunda rendija en el suelo entrando a mano izquierda y se pasea felizmente por
el cuarto. Va rápido, eso sí, pero va. Se supone que le tengo que querer, pero
me es más fácil quererle cuando me olvido de que está viviendo en una dimensión
paralela debajo de mi cama. En fin.
Por
otro lado, me he convertido en la cocinera jefa, así que imagínense como son
David y Helene para la cocina, si yo soy The Boss, el título que me he ganado
después de cocinar unas estupendas albóndigas al más puro estilo español y de
reciclar hoy arroz blanco, pescado, papas y verduras en un plato estupendísimo.
Quién me lo iba a decir, me vine a Escocia a aprender a cocinar!

Sobre narración… tengo al maestro en casa, como ya les he dicho. Hoy me he aprendido
mi primer cuento en inglés, una leyenda breve que cuento en las sesiones de
cuentos para  embarazadas. Incluye una
nana africana, y he tenido la suerte de poder contársela a David, que me diera
sus impresiones, y poder trabajar un poco más gramática, pronunciación y los
tiempos a la hora de contar. Esto del idioma va a ayudarme a hablar más
despacio, a saborear y disfrutar las palabras y lo que estoy transmitiendo. Me
viene muy bien. Calma.
Mañana
acudiré a un taller (Workshop) a cargo de Janis MacKay, una de las que parece
ser las grandes de la narración aquí. Hace un taller gratuito cada dos o tres
semanas para aprendices de narración. Dura muchas horas, se trabajan múltiples
aspectos y finaliza con una ronda de cuentos por parte de los participantes.
Para eso he preparado mi leyenda. Ya les contaré qué tal va.

Sobre
la búsqueda de empleo, sigo en el ajo. He tenido una entrevista con Bee
Spanish, un proyecto bilingüe que llevan dos chicas argentinas, y puede que
consiga hacer alguna sesión temporal en español para niños, pero busco algo más
estable, así que ahí estoy, indagando, mandando currículums y moviéndome.

A nivel
social, la cosa va muy bien, allegro ma non troppo. He conocido por casualidad  muchos profesores (algunos amigos de David, a
una chica encantadora en un lanzamiento de un libro y a un profe de secundaria
jubilado en un bar de jazz) con los que he podido entenderme de maravilla. He
concluido que las personas mayores de 45 son perfectamente comprensibles y que
los menores no. No sé qué pasa, pero no entiendo a los jóvenes cuando hablan!
Lo he preguntado y me han respondido que no tiene que ver con la edad sino con
la zona de la que son. Pues no sé, pero mi estudio sociológico concluye que,
por ahora, juventud, o me hablan despacio, o no hay nada que hacer.

Y sobre
el momento turístico, tengo que contarles varias cosas. Por un lado, ayer por
la tarde acompañé a Borja (un muchacho español que está preparándose para ser
Tour Guide) en el ensayo de su examen, durante casi tres horas por toda la parte
vieja de la ciudad, en lo que fue una ruta estupenda y divertida, llena de
anécdotas e historias a las que me enganché como una chiquilla. Hacía un frío y
un viento de morirse, pero su profesionalidad y sus ganas lo hacían mucho más
llevadero. Y sobre las historias, ya compartiré alguna aquí, como las
maravillas que hay que contar sobre el cementerio de Greyfriars o la historia
de Maggie Dickson, la mujer a la que ahorcaron y no murió. O si no, mejor las
guardo para contarlas cuando vengan a Edimburgo de visita.
Borja Pasqual, en el cementerio, después de contar una historia espeluznante. En la foto sonríe porque consiguió un rayito de sol.

Por
otro lado, contarles que pude entrar en el colegio Heriot´s School, construido
en el S. XVII en el que J.K. Rowling se inspiró para crear Howarts. Mi momento
friki se volvió loco cuando vi que también existen cuatro casas en las que
ganan puntos, y algunos otros detalles en los que no voy a entrar para no
aburrirles. La presentación del libro a la que acudí era casualmente en este
colegio, que tenía muchas ganas de conocer, y resulta que David estudió en él
la secundaria. Los colegios aquí son todos como castillos o iglesias. Sus
construcciones son señoriales y, por fuera, totalmente diferentes a nuestros
coles de España. En la foto pueden ver el patio interior del colegio.
Las “casas” al estilo gryffindor, slytherin, hufflepuff y ravenclaw

Y,
bueno, no he ido aún a ningún museo, pero este fin de semana me voy a resarcir
y voy a convertirme en una guiri total. Quiero empezar por el museo de los
escritores. ¡Qué ganas!

Bueno,
familia, me despido hasta otro día. Gracias por seguir ahí.




David, que tiene muchos años, en el patio de su antiguo cole, que tiene otros tantos.