Por fin ha llegado a mis manos este Best Seller (23 ediciones en 2018) de Catherine L´Ecuyer del que llevo tiempo oyendo hablar, editado por Plataforma Editorial. Tras leerlo, solo puedo decir que me alegro de que sea un Best Seller, de que llegue a cuanta más gente mejor, sobre todo a padres, madres y personas educadoras y con niños a su cargo.

Se lo he recomendado fervientemente a una amiga maestra y me ha preguntado: ¿pero por qué, de qué va? y le he respondido: va de todo eso de lo que siempre hablamos, pero con enjundia y dicho muy claro, estructurado maravillosamente, entreverado con citas de científicos y escritores y confirmado por especialistas y estudios. Es lo que siempre decimos: necesitamos que los niños se aburran, no es recomendable que estén delante de las pantallas desde que tienen meses, necesitan que respetemos sus ritmos, que se nos vaya un poco la prisa, que puedan detenerse a maravillarse.

El libro se divide en dos apartados: El primero, ¿Qué es el asombro?, donde hace una introducción concienzuda sobre la importancia de educar desde dentro hacia afuera, educar en lugar de inculcar, las consecuencias de la sobreestimulación y las consecuencias sociales del modelo mecanicista. El segundo, ¿Cómo educar en el asombro? Donde comenta que consiste en respetar su libertad interior contando con el niño en el proceso educativo, respetar sus ritmos, respetar el silencio, el juego libre, respetar las etapas de la infancia, rodear al niño de belleza sin saturar los sentidos, etc. Profundiza en cada una de esas ideas de una forma clara y directa, con un lenguaje accesible para todos.

Es un libro que, en mi opinión, mucho tiene que ver con mi profesión. Contar historias y acercar los libros a los niños pretende arrancar el motor del asombro. Nos encantan las preguntas sin respuesta, las cosas imposibles, el Universo por estrenar. Dice Catherine que “el asombro es el deseo para el conocimiento. Ver las cosas con ojos nuevos permite quedarnos prendados ante su existencia” (p. 31).

Y así lo vemos cuando contamos: el asombro es innato y hemos de respetarlo y de fomentarlo.

Sobre la importancia del aprendizaje desde dentro hacia afuera, comenta:
“Chesterton hablaba del asombro como un motor, no como la consecuencia de un estímulo externo: “Esta facultad elemental de asombro no es, sin emargo, un hábito fantástico creado por los cuentos de hadas, sino que, al contrario, de ella parte la llama que ilumina los cuentos de hadas” (p. 44)

Cuando un niño/a se detiene a leer un libro o a escuchar un cuento, está siendo educado en el asombro. No se le sobreestimula, no se le sustituye o anula el sentido de creatividad e imaginación, al contrario.

De todos los capítulos de la segunda parte, me han parecido especialmente deliciosos y con referentes a la literatura infantil y lo que evoca son los referidos a la naturaleza “es una de las primeras ventanas de asombro del niño” (p. 90), al silencio “una actividad que se realiza desde el silencio exterior y para el silencio interior es la lectura” (p. 124), al sentido del misterio, “los niños están asombrados ante el misterio porque ven en ello una oportunidad de conocer infinita”, a la belleza, “uno de los obstáculos que impiden al niño llegar a la Belleza hoy en día es la falta de sensibilidad” (p. 153) y al papel de la cultura, donde dice que si queremos que los valores positivos cuajen en la cultura de nuestros hijos tienen que encontrarse de forma explícita o implícita en cada uno de los elementos que se les acercan: juegos, películas, personas, cuentos…

En fin, un libro totalmente recomendable. Hay algunas cuestiones en las que me he quedado reflexionando, especialmente sobre el pensamiento rousseauniano que desprende la autora, y que parece basarse en la idea de que el niño “es bueno por naturaleza” y me ha hecho revisar tantas ideas sobre educación que, desde que estudié para ser la maestra que nunca fui, poco han cambiado.

Familias, léanlo y me cuentan.