Acabo de terminar un libro precioso que quiero recomendarles: El Valle de la Deseada. Miren la foto de la cubierta. Mírenla bien y no la olviden.

Está escrito por el narrador oral Diego Magdaleno y editado por Palabras del Candil en su colección 1001 noches. Esta editorial cuenta con numerosos títulos de gran calidad escritos por profesionales de la Narración Oral. Los que nos dedicamos a este oficio seguimos bien de cerca las publicaciones que nos ofrece.

Pues bien, se me ha quedado la casa, después de tener el libro abierto tres días, oliendo a monte. No conozco la sierra de Huelva pero siento que le he pisado ya algún camino, que he mirado las formas de sus árboles o bebido de alguna fuente, tal vez de la de Galaroza, donde sucede la historia, o la de Fuenteheridos. He mirado el mapa en Google mientras leía y he seguido los caminos que llevan a Fuenteheridos, Jabugo, Santa Ana la Real o Castaño del Robledo.
He visto las bellotas, las setas, los castaños, el pino, las plantas.
He escuchado al lobo, he sentido al oso y temido y reído con las Marimantas.

El protagonista de esta historia, Felipe, es un joven que vive a principios del siglo pasado en un pequeño pueblo del que debe huir. Ahí empieza el camino del héroe, y en él se iniciará, entre otras cosas, en el sendero del narrador de cuentos profesional.
Le sucede como a muchos: llegamos a la profesión por casualidad, con curiosidad, cariño y respeto. Y con tiempo y cierta mezcla entre atrevimiento y responsabilidad, comienza a recopilar y a narrar, todo a la vez.

Es un libro generoso, repleto de tradición oral, de cuentos y cantos, de viejas sabias con manos como raíces, de jóvenes buscando su sitio, de caciques, de una España rural y urbana siempre convulsa. Sus personajes son variados y ricos, cuyos pasos dan ganas de seguir.

Sus páginas, por las esquinas, rezuman respeto a la escucha, a la tradición, a la cultura de la vida del campo, al amor en toda su complejidad y diversidad. Está lleno también de curiosidades sobre la etimología de las palabras, especialmente de ecos de la cultura árabe en esas tierras.

Escrito por un cuentista que ve todo lo que cuenta, resulta un libro de lo más cinematográfico, lleno de acción y misterio pero que a la vez se detiene en los detalles. Un libro del que, la verdad, ha costado despegarse hasta terminarlo, no sin pena.

No quiero decir más para no desvelar mucho, solo espero que sientan las ganas de acercarse a la Sierra a través de estas páginas. A menos que la tengan cerca y quieran acercarse también a pasearla. A mí ahora mismo me sobran las ganas de ir.

En fin, un libro recomendable no solo para aquellas a las que nos interesa la narración oral sino para cualquiera que quiera sentirse vivo.

Lean, lean.

Abrazos