Todavía borracha de alegría, aprovecho para contar brevemente cómo fue el ENCUENTRACUENTOS que celebramos el miércoles pasado para festejar el Día Mundial de la Narración Oral.
Como comentaba en la entrada anterior, el evento se organizó de modo que 17  narradores  se repartieron por diez espacios: 6 librerías y 4 bibliotecas de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife para contar cuentos entre las 18:00 y las 19:00.
Después, a las 20:00, todos nos reunimos en la Biblioteca Municipal de SC (TEA) y celebramos una ronda de narradores donde cada uno contó un cuento.

Las sesiones en las bibliotecas y librerías fueron estupendas, pese a la poca afluencia de público en algunas. Los narradores, como buenos entusiastas entregados, venían sonriendo y sin queja alguna a reunirse en la fiesta en la que todos contaríamos después.



Para resumir esa última ronda, utilizaré las palabras con las que Diego González, uno de los narradores participantes, la valoró: De algún modo, por esas cosas que tiene la palabra viva, la palabra hablada, el evento en sí mismo se convirtió en un cuento: tuvo una estructura circular, precisa, preciosa y perfecta.
Fue verdadera magia. Un lujo. Una sucesión encadenada de buenos cuentos uno tras otro, de risas, silencio contenido en la sala, emoción, participación, expectación…
El público fue ejemplar. Venían a escuchar y eso se nota. La sala se fue llenando poco a poco y apenas marchó nadie hasta hora y media después.
Cuenta la leyenda que todas las palabras de todas las historias que se habían contado en el mundo corrían con los vientos en todas direcciones. La vara de los cuatro vientos es creada para que sus piñas recojan esas palabras. El narrador que tome la vara, tiene pues el poder de contar cualquier historia que en el mundo se haya relatado.
Así fue como la vara pasó de narrador a narrador, otorgándole el poder de la palabra y cediéndole el permiso para que fuera contada.

La alegría, las ganas, el orgullo
por el trabajo bien hecho y la sensación de que esto es una semilla que
acabamos de plantar para aunar esfuerzos, compartir experiencias y fundar una
fiesta anual, nos empujan a seguir.





Mi agradecimiento una vez más a cada uno de los narradores por su participación e implicación, a las bibliotecas y librerías por cedernos su espacio, a la organización de Fotógrafos Asociados de Canarias, que nos harán llegar más adelante su trabajo y, sobre todo, a los que vienen a escuchar y piden más. Así da gusto.

El camino no ha hecho más que empezar.


He añadido algunas fotos que
me ha cedido Alfredo Muzaber, uno de los narradores. Más adelante iré enlazando
más que me vayan llegando.

Aquí
hemos visto:
Laura
ultimando detalles, Marianexy y Silvia colocando mariposas, Diego explicando la
leyenda, Andrés González, Alfredo Muzaber, Isabel Bolívar, Antonio Fumero, Juan Carlos Tacoronte y Carmen Cabeza contando sus historias.