Han sido días de profundizar un poco en la maravillosa estela literaria que deja María Teresa Andruetto a su paso, una escritora argentina reconocidísima, una pensadora preclara, con un desarrollo teórico interesantísimo en lo referente a escritura creativa y a literatura infantil y juvenil. He podido acercarme a algunos ensayos y a un puñado de sus libros. Les cuento:

LOS VALORES Y EL VALOR SE MUERDEN LA COLA

Compré en la Librería la Fabulosa este pequeño libro (en papel reciclado, por cierto) editado en 2009 por Asolectura, Asociación Colombiana de Lectura y Escritura, que incluye dos textos que la autora leyó en 2008. El primero, “Los valores y el valor se muerden la cola” en el Encuentro Nacional de promotores de Lectura (COMFENALCO) en Medellín y el segundo, “Hacia una literatura sin adjetivos” en la Jornada de literatura infantil y juvenil de la Universidad de Buenos Aires coordinada por Lidia Blanco y Alicia Origgi.

El primer texto comienza con esta introducción:
“Los valores y El valor en los libros para niños. Una serpiente que se muerde la cola, entre el deseo de educar, la estupidez y el oportunismo. Algunas reflexiones en torno a la educación en valores, la calidad literaria, las tensiones entre autonomía y literatura y las tensiones entre literatura y literatura infantil”.

Reflexiona sobre este tema que tanto me preocupa: la literatura infantil sierva de la pedagogía y de la didáctica de nuevo, respondiendo a una demanda de valores con textos con un significado unívoco, no plural, encontrándonos en el lado opuesto a lo artístico.

Utiliza la palabra “intensidad” para referirse a los condicionantes culturales, económicos, sociales, familiares, históricos y demás desde los que el escritor (no libre, por tanto), escribe. Pero esa intensidad es el resultado de esos condicionantes más el compromiso, la ética y el desvío del autor de lo esperado, de lo previsible, de la norma. Un desvío hacia él mismo: “el secreto del arte está en la intensidad” (p. 26). Muy, muy interesante. Pueden leerlo completo en la Revista Babaria.

El segundo texto, “Hacia una literatura sin adjetivos”, habla brevemente sobre distintos elementos cuyos títulos son:

 ¿Para qué sirve la ficción?, Una mirada sobre el mundo, Un buen escritor se niega a escribir a demanda, Rentabilidad y calidad, Hacia una literatura sin adjetivos, Peligro, La industria editorial, Las ediciones del Estado, Un buen libro es un libro menos funcional, Literatura y Política, Esa es la cuestión, El lugar de la crítica.

En el apartado “Esa es la cuestión” comenta: “Por eso la literatura no es el lugar de las certezas, sino el territorio de la duda”. No dejen de leerlo. Pueden encontrarlo aquí.

Por otro lado, en dos de las bibliotecas que más frecuento (Biblioteca Pública del Estado y Biblioteca Municipal de La Laguna) he encontrado estos títulos, completamente recomendables:

Stefano es una novela publicada por primera vez en 1997 y editada por SM en 2010. Es una lectura dura y deliciosa dedicada a su padre, un inmigrante italiano que escapó de la pobreza de su tierra buscando oportunidades en Argentina. Cuenta la historia de Stefano y su emigración, la pérdida y la despedida que conlleva, sus aventuras y desventuras en el mar y en la tierra, los encuentros y las experiencias de un chico que se convierte en un hombre. Con una prosa poética y de un modo entrañable, integra la narración en tercera persona sobre lo que le sucedió a Stefano con la narración en primera persona del propio Stefano hablando a alguien desde el presente y recordando aspectos breves e íntimos de su infancia, especialmente de su madre. Es una lectura realmente recomendable. Un viaje triste y necesario.

EL PAÍS DE JUAN, editado por Anaya en la colección Sopa de Libros en 2003, este libro cuenta de forma poética la más cruda realidad de la pobreza. Con un paralelismo, casi a modo de espejo, cuenta las historias de Juan y Anarina. Sus caminos paralelos se juntan cuando se conocen y su historia de amor, su intento de salida de la pobreza cierra un ciclo que iniciaron sus abuelos. Es un libro breve, preciosamente ilustrado por Gabriel Hernández, y su lectura ha sido un duro y bello regalo.

SOLGO, editado por Edelvives en 2012 y maravillosamente ilustrado por Cynthia Orensztajn, es un pequeño y hermoso álbum ilustrado que comienza así:
Solgo: pintor de la antigua Corea de quien se dice que pintaba árboles que los pájaros confundían con verdaderos.

Estructurado en 8 brevísimos capítulos, ilustrado a doble página de forma magistral, Andruetto escribe una historia en prosa poética sobre un hombre que pintaba tan bien que todo el mundo quería que pintara para ellos, a lo que él se negaba, pues nada necesitaba porque todo lo tenía. Todo lo que le aportaba la pintura, claro.

Acérquense a este pequeño tesorito y disfrútenlo.

EL ÁRBOL DE LILAS, ilustrado por Liliana Menéndez y editado por Comunicarte (Córdoba, Argentina, 2006), contiene un cuento que ya conocía basado en la fábula del que se marcha a buscar fuera un tesoro que finalmente tiene en el patio de su casa. No me parece una historia especialmente original, tampoco me parece fantásticamente ilustrado. Su final, para mi gusto, tiende a cursi y no me sugiere, ni de lejos, la emoción de los anteriores. Por cierto, aquí, en la Revista Imaginaria, pueden leerlo.  

HABÍA UNA VEZ, libro ilustrado por Antonio Santos y editado fantásticamente por Diego Pun Ediciones incluye también un texto breve, podría decirse que un poema, con una estructura cíclica, repetitiva, que nos lleva, junto a las ilustraciones, al mundo árabe de las Mil y una noches. Había una y mil veces cuentos de mujeres que contaban cuentos. Una mujer dentro de otra, a modo de Matrioska, para iniciar y terminar en la querida Sherezade.

Una lectura amable y reconfortante para las que contamos cuentos.

Ha sido un lujo adentrarme en la obra de esta fantástica autora, cuyo universo poético me ha maravillado. Me quedo con ganas de más, así que sigo buscando.

¡Gracias!