Debo
reconocer que siento debilidad por este autor y narrador. No he leído todos sus
libros y apenas le he oído narrar un par de veces (ninguna sesión completa),
pero la verdad es que, como decía mi abuela, “no hay máh que velo pa querelo”.
Yo le quería
desde el principio. Desde mi principio, quiero decir. Mucho antes de andar
fijándome detenidamente en nombres de autores e ilustradores ya contaba EL TRAGALDABAS, MELENA o EL ÚLTIMO CANTO o recomendaba INÉS AZUL. Después, cuando me he dado cuenta de que todos ellos respondían al
mismo autor, me ha dado qué pensar: pues va a ser que me gusta este muchacho.
Solo
quería recomendar la lectura de algunos de sus títulos, ya que trata con
maestría los asuntos más triviales y los más fundamentales, jugando de un modo
ingenioso con las palabras, dotándolas de un sentido y vida extraordinarios y
haciéndolo con delicadeza y cuidado. Da la sensación de que todo tiene su
lugar, de que está ahí por algo, y esa habilidad para dar sensación de espontaneidad
y ligereza ahondando a la vez hasta los recodos más profundos me fascina. Me
divierte su surrealismo, su forma de jugar e incluirte en el juego, sus guiños,
sus imágenes poéticas, su versatilidad.
 Las ilustraciones que suelen acompañar sus
textos son dignas de calma, atención y silencio. El sentido del humor que
desprende y que te pilla siempre desprevenido, la sensibilidad con que aborda
sus álbumes más intimistas y la amplitud de temas que trata cuando abarcas su
obra hacen que sea muy sencillo “quererle”.
Así que
lo dicho: les dejo algunos títulos reseñándolos someramente. PINCHANDO AQUÍ, de
todos modos, pueden acceder a su página y conocerle mejor. Encontrarán
información de las sesiones que realiza, sus publicaciones, cursos, interesantes artículos y demás. Si
tienen la oportunidad de ir a alguna de sus sesiones de cuentos, por favor: no
se lo pierdan.

Como pollo sin cabeza (OQO, 2011, ilustraciones de Mikel Mardones).
Una historia surrealista y divertidísima sobre una comunidad de pollos zombis
que siembran el terror por las calles del pueblo sin que los vecinos puedan hacer
nada para solucionarlo. Ilustraciones híper expresivas, inquietantes y repletas
de detalles.

Andrés cabeza abajo (OQO, 2010, ilustraciones de Roger
Olmos). Cuento de estructura acumulativa, que, al estilo de las matrioskas
rusas, nos cuenta la historia de Andrés, un niño que es tan pesimista porque
tiene mala suerte, o tiene tanta mala suerte porque es tan pesimista que es
engullido una y otra vez por diferentes personajes temibles de cuentos, hasta
que decide que debe pasar a la acción y luchar por salir las cosas que los
animales se comen. Las ilustraciones de este álbum son especialmente
llamativas, bellísimas y repletas de detalles.

El tragaldabas (OQO, 2006, ilustraciones de Maurizio A. C. Quarello). Un álbum basado en un cuento tradicional
que encanta a grandes y pequeños. Uno de los primeros álbumes que conté y que
siempre ha sido un rotundo éxito. Una historia que consigue crear, combinando
texto e ilustración, una atmósfera de intriga y terror que atrapa.


El último canto (OQO, 2009, ilustraciones de Miguel
Ángel Díez). Una preciosidad de historia que aborda poéticamente pero de un
modo accesible y con algo de humor el paso del tiempo, la muerte y la
continuidad de la vida. Magníficas y vitales ilustraciones de Miguel Ángel
Díez.



37 tortugas (M1C, 2009, ilustraciones de Inés
Vilpi). 37 tortugas van caminando, no tienen prisa pero van que te van. Van que
te van, pero no saben adónde van. Usando estructura repetitiva e ilustraciones
alegres y vivarachas, estas tortugas nos llevan a un divertidísimo paseo. Una
historia estupenda para contar a los más pequeños.



Inés azul (Thule, 2009, ilustraciones de Pablo
Auladell). Poesía pura. Un libro azul que recuerda al término “blue” en inglés:
melancolía. Transmite la esencia de la ausencia y la pérdida. Un álbum al que
volver una y otra vez. Inés extraña a Miguel, y tras mucho tiempo de espera,
decide plantar la semilla de un árbol centenario para verlo crecer y regarlo
cada vez que se acuerde de él. Las ilustraciones de Pablo Auladell son para
perderse.


Alas y olas (Bárbara Fiore, 2011, ilustraciones de
Pablo Auladell). Más poesía visual y textual. Un álbum para los mayores, para
detenerse y deleitarse en la maravilla que este dúo de Pablos nos ofrece. La
atmósfera hechizante en que nos sumergen sus personajes, en mitad de un tiempo
incierto, en un espacio tenue y borroso, da pie a vivir desde dentro el amor,
el deseo, la ternura de lo intocable.


Bajo mi cama, una estrella (Oxford, 2010, ilustraciones de Anuska
Allepuz). Un libro muy recomendable para niños que están empezando a leer. La Luna pide a Miguel que la ayude a buscar una estrella que se le ha perdido, y él quiere ayudarla, pero su habitación está repleta de… monstruos.



Debajo de la higuera no hay ningún tesoro
(Anaya, 2010,
ilustraciones de Miguel Ángel Díez).
Este sencillo cuento me resultó absolutamente delicioso. La búsqueda del tesoro
que lleva a cabo Paula al ir a visitar a su abuelo se convertirá en un viaje transformador
en el que el objetivo final no será lo esencial. Un libro realmente encantador
y muy recomendable.



Melena (Factoría K, 2009, ilustraciones de Riki Blanco). Una
historia que me atrapó desde la primera lectura. Es perfecta para ser contada
oralmente (de hecho forma parte de mi repertorio habitual), ya que parte de una
anécdota infantil y continúa desarrollándose mezclando lo real con lo
surrealista de una forma divertida y poética.