“La cultura se paga, pero si puedo ir gratis, mejor.”
 
“Apoyo tu trabajo, pero solo si no tengo que pagar por él.”
 

“Quiero llevar a mi hijo/a a actividades culturales, al teatro, a sesiones de cuentos, a talleres, pero gratuito todo, gracias.”
 
“Ah, ¿pero tú cobras por eso que haces? Pensaba que era amor al arte”

Todo esto son frases que me han dicho o que he leído entre líneas. Este texto que escribo es un grito de defensa hacia mi presente y mi futuro, hacia mi realidad en el trabajo de la cultura, hacia esta profesión, como cualquier profesión artística.

Actuar a favor de un tejido en el que se puede crecer es necesario, no todo puede ser gratis. Pagar por ir a un concierto, por escuchar música o por un libro es poner en valor la creación artística. Pagar por ver una sesión de cuentos, también.

Voy a ser clara con una realidad que vivo: el hecho de que hay una demanda brutal en actividades dirigidas a bebés. Por ejemplo, el primer lunes del mes, en menos de una hora, se llenan 75 plazas para las actividades del mes en una biblioteca (y en todas las que la ofrecen), incluyendo lista de reserva.
Y podríamos añadir a todas las anteriores esta frase: “Me puedo pasar toda la mañana al teléfono para conseguir una plaza gratuita en una sesión de cuentos. Luego no la consigo y me molesta que no haya suficientes plazas. Mientras, una actividad que cuesta 6€ por unidad familiar (niño/a más dos acompañantes), una actividad similar, con un precio irrisorio, se queda con plazas libres” 

Se cancelan actividades con precios accesibles porque no hay demanda. Y no lo entiendo. Sí comprendo que todos los bolsillos no son iguales, que no siempre se puede. Y aparte de eso, ¿qué más? ¿No se puede o es que no se quiere? ¿Se pone en valor la actividad o se valora únicamente cuando no nos cuesta nada?

Me siento orgullosa de decir que en una hora se llenan todas las plazas para mi actividad, ¿pero el día en que no me subvencionen y tenga que cobrar entrada no podré trabajar porque no lo apoyarán?

Yo trabajo y cobro por mi trabajo. Y pago por mi trabajo como todo autónomo que se precie. La gente de la artesanía, la música, el teatro, el clown, la literatura, tanta gente. Hay subvenciones, sí. Hay apoyo de las instituciones públicas, sí. ¿Y qué más?

Me pregunto si lo estaremos haciendo mal, me pregunto.

Y sí, claro que sí, claro que sé que hay gente que paga, que apoya. También entiendo que no se paga por lo que no se conoce, que no todo vale, etc.
Solo digo.