Fue en enero de este año cuando, estando en Cabanillas del Campo (Guadalajara), se me presentó la oportunidad de disfrutar de la compañía Ultramarinos de Lucas, unos fantásticos profesionales que conocí en el Maratón de Guadalajara años atrás. Jorge Padín (actor) y Elena Aranoa (cantante) presentaban algo inusitado: una conferencia cantada titulada “Las nanas según Lorca”, poniendo en escena la famosa conferencia que el poeta dio el 13 de diciembre de 1928 en la Residencia de Estudiantes titulada “Las nanas infantiles”, donde explica su punto de vista acerca de las canciones de cuna españolas, señalando su especificidad y contrastándolas con las del resto de Europa.

Fue una experiencia verdaderamente deliciosa y totalmente nueva para mí. La cantante había llevado a cabo un profundo trabajo de investigación por toda España descubriendo las melodías e instrumentos que podían ajustarse mejor a las nanas escritas en la conferencia, mientras el actor declamaba el texto acompañando sus palabras de un juego constante con los papeles en los que la conferencia estaba escrita, bien fuera haciendo papiroflexia y colocándolos formando parte del atrezzo en escena como haciéndolos volar por el aire. Todo con una puesta en escena sencilla y atractiva.

Salí de aquella conferencia cantada embebida en la tristeza y dulzura de las nanas, decidida a buscar de nuevo aquella conferencia de Lorca que leí hace muchos años para volver a degustarla despacio.

Las sesiones que más llevo a cabo en mi trabajo son a bebés, y suelo contar con música. Así, en estas canciones breves con las que se arrulla, mece y balancea a los pequeños, cerca del corazón, creando la más importante conexión que vivirá el bebé, encuentro un contenido esencial en el que investigar. También en las nanas que no solo se usan para dormir, sino que, cuando el chiquillo ya anda, cuando comprende las palabras, sirven para contarle algo que debe entender y que se añadirán a los juegos de falda y de manos que inundarán la intimidad. Después de todos estos años he ratificado que recordar a las familias que esta es una breve iniciación a la aventura poética y a la literatura es parte de nuestro trabajo.

Además, inventar nanas es un ejercicio en el que encuentro entretenimiento a nivel musical y literario y me fascina vivir en primera persona el especial momento de unión a través de una canción de cuna regalada a la bebé recién nacida de tu amiga. Aquí un ejemplo:

Me fascinan la combinación del ambiente íntimo en que se desarrollan, el ritmo físico de la cuna o los brazos, la melodía, los silencios y el ritmo de compases que hacen que, combinado todo, se consiga embelesar al niño y convencerle de que duerma. Esa sencillez comunicativa enriquecida de múltiples elementos literarios, variedad de personajes y motivos… y ese tono imperativo y a la vez cariñoso que incita al bebé a dormir. Me llama poderosamente la atención la constante invocación a seres a los que el niño teme o a la ausencia de la madre, la primera aproximación literaria que tendrá el pequeño a lo que nombra y a la vez libera el miedo.

Las nanas han estado siempre conmigo. Desde bien chica memoricé, gracias a un vinilo que tenía mi madre en casa, las Nanas de la Cebolla de Miguel Hernández cantadas por Joan Manuel Serrat. Ya un poco más grande, tuve en mis manos el Cancionero y romancero de ausencias de la editorial Austral que lo contiene, y no podía evitar leerlo sin la melodía de Serrat en la cabeza. En palabras de Pedro Cerrillo en este enjundioso artículo, este género se ha enriquecido con nanas de nueva creación compuestas por diversos autores españoles, algo que sigue sucediendo a día de hoy.

Fíjense en este curioso artículo de Carmen Fernández y David Lorente titulado Nanas infantiles o canciones de cuna españolas: de las ideas lorquianas a las «Nanas de la cebolla» de Miguel Hernández publicado este año en la revista de Folklore, que analiza las nanas de la cebolla desde el punto de vista Lorquiano: “Si aplicamos las concepciones centrales de la teoría de Lorca, referida en su conferencia, a esta nana, es posible aventurar que presenta las mismas características esenciales –persuasivas, psicológicas, literarias– que el poeta granadino señala para la canción de cuna española.”

Por otro lado, me fascina el viaje que hacen los diferentes géneros del folklore de un lugar a otro. Sin ir más lejos, -Hay que quedarse en casa, ¿no?- nuestro arrorró canario, traído a las islas por los guanches, llevado luego a la península y desde allí a la intimidad de los hogares de América. Arrorró, que significa niño, no llores, en bereber, y que actualmente es el himno de Canarias con la composición de Teobaldo Power. No dejen de escucharlo aquí, en la honda y poderosa versión de Valentina la de Sabinosa (El Hierro) en los años setenta:

(…)
En los brazos de su madre
Un pobre niño murió
Y creyendo que dormía
Le cantaba el arrorró

(…)

Pero para dar una vuelta por el mundo saltando de regazo en regazo, leyendo las traducciones de su idioma original y escuchándolas en un CD, les recomiendo esta preciosa colección de la editorial Kókinos:

También esta belleza que conocí hace poco en un taller con Cristina Moreno Cebrián a través de Va de cuentos: Nanas para domir a la luna, de Luisa María Martín y Antonio Suárez, editada por Nubeocho, donde se encuentra una de las nanas más bellas y tristes que he escuchado: la que se canta a un bebé que no llegó a nacer.

Lo último que he leído ha sido una conferencia de Joaquín Díaz, renombrado folclorista español, editada en este librito por La Huerta Grande titulada “Poética de la nana: entre la cuna y la tumba”. Les dejo aquí unos pequeños retales que multiplican las ganas de seguir investigando:

“Sería importantísimo crear un sistema que permitiese relacionar los abundantes elementos que intervienen en la transmisión oral (palabra, sonido, ritmo, contenido, gesto, etc.) para formar un entramado sólido sobre el que desarrollar una teoría de la interpretación y descubrir por qué se transmiten mejor unas canciones que otras.”

“Dice un antiguo refrán que “lo que en la cuna se mama, en la sepultura se derrama”, como queriendo advertirnos de que todo aquello que hayamos escuchado o visto en los primeros años nos acompañará hasta los últimos o reverdecerá en ellos como un pasto de otoñada”.

En fin, hondo río el que uno nada. Estos días, quienes me esperan son unas cuantas colecciones de Nursery Rhymes y Lullabies en lengua inglesa para alimentar las sesiones de cuentos para bebés en inglés.

¡Seguimos!