Después
de mucho tiempo con la idea en la cabeza, hace unos meses pude comenzar a
preparar sesiones de Cuentos para bebés,
algunas de 0 a 18 meses y otras de 18 meses a 3 años. Resultó ser una
experiencia tremendamente enriquecedora y muy tierna, y pude comprobar las infinitas
ventajas de que los papás que no conocen este tipo de actividades se acercaran
a ellas: surgieron cantidad de preguntas, comentarios acerca de cuándo acercar
los bebés a los libros, qué tipo de libros eran recomendables para cada edad,
etc.
Y
en pleno “embolado” de cuentos para bebés, cruzándome con una mujer embarazada
por la calle, pensé que por qué no proponer una sesión de cuentos para
embarazadas/os. Le comenté la idea a Nuria, directora de Andares Tenerife, un centro especializado en el mundo infantil, y
en seguida la apoyó. Gracias a ella había arrancado por fin con los cuentos
para bebés, así que fue estupendo proponer también en el centro los cuentos
para futuras mamás y papás.
Se
propuso como “Cuentos y cantos para la panza”,
una sesión que compartiría con Mónica
Viñoly
, buena amiga y mejor violinista, que se sumó muy rápido a la
iniciativa. Así le dimos forma: los cuentos que contara estarían relacionados
con la infancia y la maternidad y paternidad, e irían entremezclándose con nanas
que los papás y mamás cantarían a la panza, jugando a la vez con caricias o
masajes.
La
idea englobaba varios objetivos: estimular auditivamente al futuro bebé a
través de la música y la voz humana a sabiendas de las ventajas que genera a
nivel lingüístico y emocional; fomentar el vínculo afectivo con el bebé; involucrar
al papá
en un proceso que a priori podría parecer esencialmente materno, y
sobre todo, acercar a los futuros papás a las historias y los libros de un modo
ameno, agradable, cercano a sus experiencias y relacionado con el estado en el
que se encuentran.  
Así,
a través del violín, campanitas y tambores, y una selección de cuentos y libros
álbum de calidad, la llevamos a cabo. Fue realmente especial: Por un lado,
porque los cuentos que contaba suelo dirigirlos a público familiar en el que
siempre hay niños, y esta vez los oyentes eran adultos, pero adultos muy cerca
de la infancia. Conectamos con sus niños interiores (no solo el que iba en la
panza) a través de historias cercanas y repletas de humor y ternura.
Por
otro lado, fue precioso observar a las parejas (vinieron ocho parejas y una
mamá sola) aprendiendo nanas para cantarlas a la panza mientras masajeaban o
acariciaban la barriga. La implicación fue total y hubo un momento concreto en
que se generó tal intimidad entre las parejas mientras sonaba la música, que se
nos quedó grabado como el más especial de la sesión. Los papás, pegados a la
barriga, cantaban y masajeaban, y veíamos claramente cómo el vínculo ya estaba
creado y nosotras sencillamente lo potenciábamos.
Al
finalizar, un futuro papá nos comentaba que este tipo de actividad le parecía
esencial, que le daba ideas para cantar y contar al bebé y le implicaba especialmente en el proceso que están viviendo.

En
fin, ha sido muy fructífera la experiencia. Agradezco especialmente a Nuria que tenga su puerta abierta para este tipo de iniciativas y esperamos poderla repetir mucho y
pronto.