Soy de Tenerife, tierra de volcanes, barrancos y atlántico por todas partes. Me crié en la ciudad. No me contaron cuentos, pero me recitaron muchísimas poesías y me inyectaron cantautores y rock desde la cuna. Otra forma de escuchar historias. Me regalaron mi primer libro de poesía a los ocho años. Era Antonio Machado. A partir de ahí las letras no me abandonaron. Tampoco la música.
Decidí hacerme maestra de Educación Infantil y Psicopedagoga sin saber si quería serlo. Estudié piano porque un Yamaha precioso habitaba mi salón. Por suerte, los cuentos me encontraron. Ernesto Rodríguez Abad me dio la oportunidad de contar un cuento por primera vez y ya no quise dejar de hacerlo. De eso hará siete u ocho años. El teatro me dio el regalo de la expresión: La vía. La palabra en los cuentos y poemas me ofreció el contenido. La música me otorgó la forma.
Actualmente compagino mi formación como mediadora y especialista en animación y promoción lectoras con el trabajo como narradora oral e intérprete musical.
El camino es largo y hermoso y la sonrisa es ancha.