Acabo de terminar de leer “En
la laguna más profunda”
, la última novela de Óscar Collazos, escritor, periodista
y crítico colombiano, que ha sido editada por Siruela. Es una obra
perfectamente accesible para lectores jóvenes que he visto recomendada por una
amiga en Eltiramilla.com

Me llamó la atención que
tratara sobre la enfermedad del olvido y, por pura curiosidad, me asomé a sus
páginas a ver qué encontraba. El descubrimiento ha sido precioso.

La historia está narrada en
primera persona por Alexandra, una adolescente que nos cuenta el tiempo en que
tenía entre nueve y doce años, cuando la abuela Mamamenchu comenzó a sumergirse
en la laguna más profunda de su memoria.

La enfermedad es tratada desde
el punto inocente de la niña que fue, no de la adolescente más madura y aprendiz
de escritora en que se convierte después. Habla desde la alegría infantil y el
profundo afecto que siente por su abuela. Las descripciones de los ratos juntas,
los paseos por el bosque o las celebraciones familiares muestran un vínculo invulnerable
que se mantiene a pesar de la enfermedad. 
Uno (sobre todo si tiene o ha tenido abuelas a las que ha adorado
profundamente) se enamora irremediablemente de Mamamenchu, la quiere tener en
su familia, en su vida, en su casa.

La protagonista, ajena a los
prejuicios, inhibiciones, extremas normas sociales e hipocresía del mundo de
los adultos, observa con naturalidad e incluso diversión los primeros síntomas
de la enfermedad de Mamamenchu. No parece que le duela nada, así que no termina
de entender bien qué sucede. Es notable mencionar que en ningún momento se utiliza
la palabra Alzheimer. El símil de la profundidad de la laguna resulta sencillo
y accesible.

El tono de la novela es
infantil y se observa cierta insistencia por parte del autor a ser accesible a
lectores más jóvenes, ya que, entre otras cosas, la protagonista no deja de
hacer referencias al diccionario cada vez que aparecen palabras que pueden
resultar incomprensibles y de interpelar al lector con preguntas que tratan de
hacerle partícipe en la narración. Aparte de estas cuestiones, que, a mi gusto,
entorpecen (aunque no desmerecen) el ritmo de la narración, he de decir que la
secuencia narrativa me resultó bastante confusa, y, aunque puede ser un recurso
que facilite la identificación con el ambiente de la novela, hizo que no fuera
una historia de esas que “enganchan” por cómo se cuentan, sino por lo que cuentan.

Óscar Collazos nos recuerda que
la memoria es lo que heredamos de nuestros progenitores. Nuestros padres y
nuestros abuelos no son solamente lo que vemos cuando somos niños, sino todo lo
que fueron antes de nosotros. Así es como Alexandra decide recuperar la memoria
de Mamamenchu. Cuanto más se sumerge la abuela, más trata la niña de sacarla a
flote y de mantener ese vínculo, al principio manifiesto y luego tácito, de
afecto y ternura. Es una novela absolutamente conmovedora y recomendable, un
paseo digno de disfrutar a lo largo del ciclo natural del olvido.