Canto yo y la montaña baila
No puedo recordar quién lo recomendó en Facebook. No puedo recordarlo para agradecerle profundamente que sus palabras hayan incluido este en mi lista de deseos para regalos de Navidad.
Sirvan estas palabras para animar a quienes se sientan atraídos a acercarse a esta preciosidad de libro y para agradecer a quien fuera que me acercara a mí.
Publicado por Anagrama en junio de 2019, escrito por Irene Solà, catalana de 30 años, es un libro sorprendente, diferente.
El primer capítulo, narrado por las nubes de una tormenta, te lo demuestran. Los demás, todos, son narrados por personajes diferentes. Sus voces van conformando el engranaje de la historia de varias familias en el Pirineo. La historia de la tierra, las montañas, los animales, las desgracias y alegrías que suceden. Y las sorpresas no se detienen. Un capítulo tras otro te fascina más. Hablan los muertos, las brujas, un corzo, la montaña, la gente. Habla una perra. Y el capítulo en el que habla la perra es tan animal, tan salvaje y natural, tan hermoso que no puede dejar de conmover.
Un libro valiente, emocionante, ágil, lleno de vida. Y a la vez un libro lento, que hace que degustemos lentamente aquello que evoca.
¿Y los cuentos y las leyendas con que adereza su narración? Breves, narrados oralmente por los personajes en su narración, se esparcen por el libro. Llegan cuando menos te lo esperas.
En uno de los últimos capítulos: “Acabo de limpiar, salgo a la barra y llega Guifré. Siempre a última hora y siempre más solo que la una, y me dice que tiene una historia de osos para mí. Y le digo: ¿ah, sí? Muy bien. (…) La historia que me cuenta del oso es así: Había una vez un herrero geniudo, peludo, forzudo y corpulento como tú…”
He sentido tanta pena al terminarlo, tenía tantas ganas de seguir leyendo belleza bien escrita… Tocará seguir a esta muchacha, y que sus pasos nos sigan conduciendo por la poesía y la narrativa de su mundo.