El año pasado comencé lo que me gustaría que fuera una tradición: celebrar el día del libro infantil y juvenil colocando en la mesa de mi salón libros que, por una razón u otra, me hacen disfrutar, que es la razón principal, el motor que impulsa mi trabajo.

Cartel y mensaje oficial del Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil 2018

Cada año, este día, siento que celebro una especie de cumpleaños. Celebro mi profesión y la parte (tan grande) que la conecta con los libros.
Celebro la maravilla, la interacción, la risa, la sorpresa, la búsqueda, la relectura y la imperiosa necesidad de contarlo, comentarlo y compartirlo para multiplicar todo eso y revivirlo una y mil veces.

El año pasado esta fue la selección de libros desde el salón, con cinco categorías: Los que me enamoraron, los más reídos, los más contados a los más pequeños, los más jugados y los que me enseñan.

El gozo y la alegría, el juego y la conexión humorística y lúdica a través de los libros es lo que este año celebro con esta muy breve selección.

Hay dos títulos de Mo Willems porque es, en mi opinión, el mejor autor de libros álbum cómicos actual. Es el autor de No dejes que la paloma conduzca el autobús y La paloma encuentra un hot dog.

También de este que he seleccionado: La paloma necesita un baño, y de la adorable colección “Elephant & Piggie”, del que he escogido “We are in a book” pero del que ni un solo título tiene desperdicio. 
Mo Willems conecta directamente con las experiencias humanas, y digo humanas, no infantiles. Conecta con lo básico, lo primigenio, el humor genuino, sin edulcorar, el que sorprende, genera expectativas y luego las desequilibra. Absolutamente delicioso. 
 
Después, se encuentra La cinta, de Adrien Parlange editado por Kókinos, un libro que no paro de disfrutar una y otra vez, dándole vueltas y buscando el mejor modo de compartirlo con diferente tipo de público. Es un libro de una calidad lúdico-poética impresionante. Un libro para jugar, para bailar con la metáfora, para convertir esa cinta en el universo de posibilidades que nos dan los buenos libros. Un libro con el que volar una cometa, agarrar a una serpiente por la lengua, atarse un cordón, comer un spaguetti o sujetar la cinta de un funambulista.
 
Por último, El libro que hace clap de Madalena Matoso. Un juego, un mundo de posibilidades, de relecturas, de observación. Un libro para abrir y cerrar miles de veces, para imaginar. Repleto de preguntas y de ninguna respuesta. 
 
Lo que más me gusta de este tipo de libros es el disparador que suponen. Un punto de partida que nunca sabes a dónde te llevará. Eso es lo que celebro, seguir disfrutando y compartiendo estas estupendas creaciones. 
 
¡Feliz día del libro infantil y juvenil!