Crónica del Village Storytelling Festival en Glasgow
En la cosmopolita Glasgow, en el CCA, Centro de Artes Contemporáneas, celebran un Festival de Narración Oral “Village Storytelling Festival” que he venido a disfrutar unos días.
Desde el 5 al 10 de julio, con el tema “Reconexión y transformación: Narración Oral en un mundo precario”, aúnan actividades presenciales y online, desde espectáculos de narración oral, performances basadas en historias y talleres hasta un mini festival en Pollok, un barrio de Glasgow donde tiene su sede el Village Storytelling Centre. Este es un Festival que nace en 2016 con la idea de tener lugar cada dos años. Tras cambios en la dirección y los años de Covid, es como empezar de nuevo.
Qué importante es ver qué se hace en otros lugares, aprender del hacer de otras, observar, crear redes con gente de tantos países diferentes con quienes compartes tanto.
Venía sin expectativas, no conocía a casi nadie del programa y no sabía qué me iba a encontrar. Mucho mejor así.
La primera sesión que vi estaba a cargo de Sita Brand, de la India, residente en Inglaterra. Se titulaba “The boy with the moon on his forehead” y consistió en un único cuento que duró casi una hora. Bien contado, de ritmo pausado, acompañado al finalizar de varias preguntas que hizo al público y que suscitaron un diálogo bien bonito: ¿Qué personaje eres en la historia? ¿Qué te has tragado? (El protagonista del cuento era tragado y vomitado varias veces para ser protegido en la historia). Interesante, justo en un momento en el que me pregunto constantemente qué hay, a nivel inconsciente, tras la decisión del repertorio que escojo.
La siguiente sesión se titulaba “Hear us and hasten” (Escúchanos y date prisa). Dos narradoras jovencísimas, una de Gales y otra de Escocia, se encuentran en una performance dirigida por Shona Cowie. Contaron, cada una, una historia: un cuento tradicional de su tierra, pero con una estructura muy compleja en la que la voz pasaba de una a otra e intercalaban movimiento (danza), canto, anécdotas personales… Fue un soplo de aire fresco, una elegante llamada a la acción para cuidar nuestra tierra y disfrutar de la vida. Nunca había visto nada igual. Al salir, no podía parar de repetir: qué diferente, qué esperanzador.
Si no había visto nada como lo anterior, lo que venía era tremendo: “The gods are all here”, de Phil Okwedy, dirigido por Michael Harvey. Sigan a este hombre porque es tremendamente interesante. Mitad nigeriano, mitad galés. Criado en gales por una tía, ya que su madre le dio en adopción a su hermana para poder seguir trabajando, mientras su padre ya estaba casado en Nigeria con otra mujer. En fin: tremendo. La estructura narrativa de su espectáculo fue otro espectáculo muy difícil de explicar, una historia marco conformada por dos o tres historias a su vez, interrumpida cada cierto tiempo para contar su historia personal a través de las cartas que su madre guardaba de su padre. Duró 1h y 45 minutos. Pregúntenme si se me hizo largo. Fue como ver una pieza artesanal elaboradísima, sentida, con una forma de narrar ágil, directa, cercana, presente. Una MARAVILLA.
A la mañana siguiente disfruté de dos talleres. El primero fue “Connecting stories: narración para primera infancia en un mundo post confinamiento”. Sarah Rankin, narradora, y Andy Gunn, realizador, crearon un documental durante el confinamiento en el que se habla de los beneficios de contar historias a los bebés que nacieron durante el confinamiento. Después, una actriz que trabaja contando historias a bebés, Charlotte, hizo una sesión de cuentos para bebés, y luego, un breve taller para las personas adultas asistentes. Espero hablar pronto de esto en otra entrada.
El siguiente taller fue para familias, con el ya admirado Phil Okwedy, titulado “In your mind´ s eye”. Lo que vemos con el ojo de nuestra mente es la historia, después de verla, la contamos. En una dinámica ágil que duró una hora y que incluyó varias actividades y juegos, salimos de allí con dos historias breves perfectamente visualizadas y listas para ser contadas.
Por la tarde, una de las cosas que esperaba con más curiosidad: “Selkie soul” por Sonder Circus. Una bailarina, una narradora que a la vez era la cantante y guitarrista, una flautista, un violinista y una intérprete. Contaron una versión de un cuento selkie que cuento desde hace muchísimos años (mucha gente cuentera adora a estas criaturas mitad mujeres mitad focas). Conocer la historia me hizo disfrutar de un modo más relajado. Es un espectáculo precioso en el que la bailarina pasa por los tres personajes de la historia en diferentes momentos. La transformación, la belleza de la música y la danza, las proyecciones del mar en lo que parecían las velas de un barco… y algo tremendo: la intérprete estaba colocada de tal manera que lucía completamente integrada y era tan bonita la forma en que interpretaba que me costaba dejar de mirarla para atender a la bailarina. Un regalazo.
La noche terminó con la sesión “Wolf girl” de Daiva Ivanauskaite, Lituania, que actuó junto a una cantante de ópera también lituana. Una historia personal muy poderosa de su tía Ingrid, una niña lobo, de las tantas de la Prusia Oriental que tras la Segunda Guerra Mundial tuvieron que huir de Alemania y esconderse en los bosques para intentar cruzar la frontera hacia Lituania. Una historia desgarradora.
Hoy, viernes 8, he participado en el lanzamiento de un manual que parte de The aurus project: buscando el oro interior, usando la narración oral con personas en situación de vulnerabilidad. Durante dos años, un equipo de Escocia, Inglaterra, Grecia, Hungría y los Países Bajos han estado trabajando en este proyecto subvencionado por Erasmus+. El resultado es ese manual que puede ayudar a todas las personas que quieran acercarse a este tipo de trabajo. Maravilloso grupo de mujeres que han trabajado con personas sin hogar, madres solteras protegidas, grupos de jóvenes con algún tipo de discapacidad y otros grupos vulnerables. Estará disponible para ser descargado pronto, sin traducción al español por ahora.
Ha sido una experiencia breve pero intensa e inspiradora, repleta de gente interesante y buenos ratos.
¡Toca volver a Edimburgo!