CULTURA Y CRISIS ECONÓMICA (IV) por Carles García.
Continuamos con estos interesantes artículos. Hoy, cómo se gestó la cultura en nuestro país, cómo fue cambiando la mentalidad en la gente y de los políticos y gestores y como afectó esto a la profesión de la Narración Oral. EL ESPEJISMO DEL DINERO Y LA CULTURA¿REALIDAD O FICCIÓN? “Ayer al salir de trabajo fui con unos amigos a una pista municipal de patinaje sobre hielo, después fuimos a ver una obra de teatro / video creación /danza / nuevo circo, en el súper Auditorio Local, la representaron en la gran sala de casi mil plazas, aunque solo estábamos 50 asistentes. De la obra no entendí nada, según el programa era una obra onírica del autor, pero la escenografía era impresionante y los actores muy buenos. Yo fui porque el autor y el director son de aquí y hay que dejarse ver. Además, como me dedico a esto de la cultura, conozco a los de la tramoya y me dejaron entrar sin pagar…” Este relato es ficticio. Pero, ¿es exagerado? ¿Quién no ha vivido situaciones similares?LA GÉNESIS DE LA CULTURA EN NUESTRO PAÍS En los años 80 la actividad cultural está aún imbuida de un deseo de transformación social, heredada de la lucha contra la dictadura y los rescoldos de los cambios culturales impuestos por las revoluciones del 68. La cultura se entiende como un instrumento más que como un fin en sí misma. Trasformación social, de conciencia, de relaciones personales… Los creadores y actores de la cultura, mayoritariamente se ven como otros trabajadores. Fruto de aquella fiebre creadora y trasformadora fue la aparición de muchas compañías: Joglars, Comediant, Teatre Lliure… Las características de esta cultura eran mayoritariamente: – Intenta ganar espacios populares para la realización de su arte (Asociaciones de Vecinos, Bibliotecas…) – Se comienza un proceso de rehabilitación de teatros y salas de pequeño y mediano formato. – Las compañías se crean partiendo de realidades sociales concretas y/o autores clásicos. – Las inversiones y subvenciones son mínimas, pero se suple la falta de recursos económicos con imaginación. – La cultura no se entiende si no va acompañada de la pedagogía y la cercanía. Incluso cuando se busca solo actividades de ocio, se trata de un “ocio inteligente” en el sentido que hablaba Albert Camus. – El trabajo creativo es pluridisciplinar y cooperativo, se tiene en cuenta la opinión de todos los implicados en el proceso creativo. Es cierto que ya en esta época existía un sector cultura de mayor nivel económico (especialmente vinculado a la música y las grandes obras oficiales) pero era minoritario en el sector y algunos de sus representantes compartían los principios antes enunciados. EL CAMBIO DE MENTALIDAD El cambio social, mental y económico que se produjo a finales de los 90, también se promovió en la cultura. La mentalidad especulativa, el todo vale y el dinero fácil se extendieron como la pólvora. La aparente disposición de recursos ilimitados provocó un crecimiento de las inversiones y actividades culturales, que en muchas ocasiones se realizaron sin criterios ni fines objetivos. Esta época se extendió hasta fechas muy recientes. Podemos reseñar como hechos significativos de esta época los siguientes: – Inversiones en estructuras faraónicas, sobredimensionadas y que en muchas ocasiones no respondían a demandas reales de la población o necesidades motivadas. En muchos lugares se han construido grandes auditorios que nunca han sido utilizados en su totalidad, bibliotecas de una arquitectura maravillosa, pero con estantes vacíos, etc. – Artistas y autores endiosados, que han pasado de considerarse un “trabajador de la cultura” a sentirse por encima de la población. – Mayor preocupación por los recursos económicos que por el trabajo creativo. El dinero en lugar de ser un medio se convierte en un fin. – Endogamia en el proceso creativo, de subvenciones y de participación en certámenes y festivales. Los artistas son contratados, reciben subvenciones o participan por amistad, compañerismo, prestación de favores mutuos o reciprocidad en la participación en programas y festivales. – Producciones artísticas ficticias, sin interés, vacías de contenido que solo se organizan para asegurar trabajo o subvenciones. – Organización de actos, obras o festivales para mayor ego de los artistas y creadores, sin tener en cuenta las necesidades sociales o de población. – Poca preparación profesional. Cualquier persona con ciertas ínfulas de “creador” se siente legitimada para dedicarse a la “cultura” y como los fondos eran “casi inagotables” todo el mundo encontraba su parte de la tarta. Esta actitud se produjo entre la mayoría de los gestores y políticos, con independencia de su color político. ¿Y EN LA NARRACIÓN ORAL? Y lo que es peor todo esto se produjo con nuestra connivencia, cuando no con nuestro apoyo. Durante los años de bonanza hemos tenido y visto actitudes poco edificantes también en el mundo de la narración oral: – Subir los precios de los espectáculos al entrar en un circuito (¡total, ahora a los Ayuntamiento les va a costar menos, el dinero lo pone el Gobierno!). Con un desprecio total al sentido de que los fondos públicos son de todos. – Proyectos de viajes y participación en festivales, que eran unas meras vacaciones personales. – El silencio ante atentados fragantes a la calidad artística y a los fondos públicos. Se extendió una sensación de silencio, de grupo cerrado, donde todo eran sonrisas a la cara. Un mal entendido principio de “igualitarismo”, igualó a la baja. – Aprovechamiento personal de Asociaciones, Redes, Fundaciones… – Trabajo en la ilegalidad o para la legalidad, con la connivencia de todos los que lo sabíamos. – Baja dedicación, preparación y calidad en los trabajos presentados, siendo consciente de ellos. ¡Qué más da… total, son niños! LA SOCIEDAD SE SIENTE ALEJADA DE LA CULTURA Todas las actitudes y acciones comentadas han llevado a que el conjunto de la población vea de una forma sesgada y negativa la cultura y sus trabajadores: – El conjunto de la sociedad no se siente identificada con el mundo de la cultura en la actualidad – La profesión está desprestigiada por las actitudes antes citadas. Y especialmente algunos sangrantes como la actitud de la SGAE (lo último que ha ocurrido en esta organización ha reforzado esa vinculación negativa cultura-dinero-jetas que no quieren trabajar) – Nos encontramos con que muchos de los fondos de cultura van destinados al mantenimiento de las estructuras físicas faraónicas o a los gastos de estructura de festivales o eventos de dudosa utilidad pública y menor calidad artística. CONCLUSIÓN Por supuesto, estoy generalizando, y sé que han existido un conjunto de trabajadores de la cultura coherentes en su desarrollo, que han criticado esta forma de entender la “cultura teta-cultura escaparate”, pero lo cierto es que, ya sean mayoría o minoría los que se han comportado de una forma vergonzosa, los puntos anteriores han calado en la sociedad. Y ahora, cuando sería necesario dar una respuesta fuerte y sólida con el apoyo del conjunto de la población a los recortes sociales en cultura, nos encontramos solos. O lo que es peor, escuchando voces aprobatorias en nuestro entorno. Ya sé que muchos me tildarán de derrotista o agorero, pero creo que es necesario saber dónde estamos y por qué hemos llegado aquí, para dar una respuesta útil a esos recortes y recuperar a la ciudadanía. De nada sirve meter toda la cultura y todos los presupuestos de cultura en el mismo saco. Es el momento de ser conscientes de lo que hay que defender y lo que no. Y cómo actuar en consecuencia. PRÓXIMAMENTE ¿Y AHORA QUÉ HACEMOS? UN PLAN CONTRA LOS RECORTES EN CULTURA