Hace
muchos meses que no escribo una entrada en el blog. He estado dedicándome a observar
y dejar las cosas ser antes de plasmar nada. Y las cosas han sido y siguen
siendo, pero no quiero dejar pasar comentar algunas cosillas sobre el Festival
que terminó el pasado domingo, y sobre en qué ando últimamente.

El
trabajo que tenía en la guardería bilingüe se ha reducido de diariamente a un
par de veces al mes, con lo cual se ha limitado la oportunidad de contar a diario
a niños de 0 a 3 años. Por otro lado, he ganado la opción de contar haciendo
sesiones bilingües a familias varias veces al mes también a través del proyecto
Bee Spanish.

Trabajo
ahora en una agencia que te envía a diferentes guarderías cuando necesitan un
Assistant Classroom, y eso me da para pagar las cuentas mientras el tiempo que
me queda lo dedico a los cuentos y a estudiar inglés. No está nada mal.

El mes
de octubre ha sido una verdadera inmersión cuentil. Desde el viernes 23 de
octubre hasta el domingo 1 de  noviembre
se ha celebrado el Scottish International Storytelling Festival 2015, y he
tenido la oportunidad de seguirlo desde dentro. El título ha sido STORIES
WITHOUT BORDERS y han traído invitados del Oriente Medio (Jordania, Israel,
Irán, Siria) y del norte de África, aparte de narradores escoceses.

Como
voluntaria (cuya tarea era recoger tickets, solicitar feedback a través de
cuestionarios e informar si alguien preguntaba algo sobre el festival), he
podido asistir a unas 25 sesiones. No puedo decir sesiones de cuentos porque
muchas de ellas no eran narración oral tal y como la comprendo.

El
Festival está organizado por TRACS (Traditional Arts and Culture Scotland), que
aúna Storyteling, música tradicional y danza, ubicando todos los eventos en el
Scottish Storytelling Centre del que tanto hablo. Por otro lado, en Escocia
está muy afianzada la celebración de Ceilidh, donde se cuenta, se canta y se
toca algún instrumento (en el salón de una casa, un bar, un centro cultural…). Me
pregunto si esto tendrá que ver con el hecho de que se programen dentro de un
Festival de Storytelling actividades tan dispares y lejanas de la narración de
historias. Y no hablo de la narración con música (a la que me siento muy
cercana) ni a la danza (ya que no programaron nada que la incluyera).

Por
poner un ejemplo: el Festival acoge dentro de su programa exhibiciones
artísticas de fotografía en museos y bibliotecas, incluida una sobre la
evolución de la comida los últimos 400 años en Escocia o las ilustraciones de
una artista que ha editado el libro Stories of the Stranger. Lo último lo
comprendo, pero no alcanzo a ver la relación con la narración que tiene la
primera.

Es
remarcable comentar que tienen lugar más de 80 eventos muy diferentes en distintos
lugares de la ciudad, aparte de las extensiones del Festival que se celebran
por el resto del país en semanas anteriores y posteriores. Me pregunto también
cómo afecta esa amplitud de oferta a la calidad de lo ofertado, y también me
pregunto quién programa, quién es TRACS y hasta qué punto el director del SSC
selecciona. Investigaré.

Cuando
echas un vistazo al programa, observas que debajo del título de la sesión te
dicen dónde se desarrolla la actividad y luego en qué consiste: Family Event,
Live Storytelling, Talks and Lectures, Training and Development… es decir:
sesiones familiares, narración en vivo, charlas o talleres. Sin embargo, yo
acudí a muchas sesiones con el título Live Storytelling que distaba mucho de
ser una sesión de cuentos. Por ejemplo, una de ellas fue un concierto; otra,
una charla sobre el proyecto artístico de un pintor y una ilustradora sobre la
división de Nicosia.

Muchas
cosas fueron, en este sentido, desconcertantes. No sólo porque se publicitara
como algo que no era, sino por la calidad de lo ofrecido. Por ejemplo, una
sesión que se publicita como una tarde de historias y música sobre Jordania, se
convierte en una sesión muy larga de anécdotas personales y muy pocas historias
contadas en un inglés extremadamente limitado y lento, con poco sentido del
tiempo y del ritmo (unas dos horas 
cuando debía durar una), y con un músico que sólo lleva 3 semanas
tocando ese instrumento. O una sesión que supuestamente trae a la figura del
Hakawati (figura tradicional en la narración de historias árabe, contador de
mitos y leyendas en los bares donde se reunían los hombres), consiste en un
hombre (al que presentan como narrador y actor) vestido con las ropas del
Hakawati y sentado con un libro, que durante 45 minutos lee párrafo a párrafo
en árabe mientras dos mujeres traducen al inglés sus palabras, párrafo a
párrafo después de él, leyendo también de un libro.

Por otro lado, sesiones especiales y muy bellas como las rutas de cuentos en el Jardín Botánico, los cuentos en un barco recorriendo el Canal o las sesiones-Ceilidh cada noche, tituladas Open Hearth. 

Desde
mi percepción, algunas propuestas nacionales e internacionales resultaron ser
de una calidad muy limitada y otras realmente magníficas, como la del dúo
formado por Raphael Rodan y Sahand Sahebdivani, (Israel e Irán, afincados en
Amsterdam), que fue especial, potente, poderosa y muy bien trabajada, o el
trabajo que desarrollan en Escocia narradoras como Janis Mackay, Claire McNicol
o Mara Menzies (Keniatra).

En
porcentaje, hubo una participación muy alta de narradores de Escocia (lógico teniendo en cuenta la cantidad de actividades que se proponen), aunque no
todos de la calidad que se podría esperar acudiendo a un Festival Internacional
de Cuentos y formando parte del Directorio de Narradores de Escocia. Pero a
esto tendré que dedicarle una entrada distinta para poder extenderme.

Hubo
días en los que acudí a tres sesiones distintas y salí completamente descorazonada y
otros días en los que vi otras tres y no podía caber en mí de la felicidad por
haber acudido a algo bueno y trabajado. El sabor que  me queda es agridulce, he recibido una de cal
y otra de arena. Equilibrado, eso sí, “uno tiene que ver de todo”, me digo.

La
organización del Festival a nivel logístico ha sido buena, el director del SSC
no ha dejado de estar ahí ni un solo momento, desde respondiendo dudas a la
gente hasta colocando sillas o cargando instrumentos. Lo que hiciera falta, y
animando y agradeciendo. El resto de personal y de voluntarios, maravillosos, y
el público agradecido en general.

Me
considero afortunadísima por haber podido acudir a eventos tan dispares y por
haber podido compartir una historia desde el escenario del teatro del Scottish
Storytelling Centre dentro de la sesión Whispering Trees, junto a otros tres
narradores. Hace cinco meses conté esa misma historia en un bar, y David
Campbell me comentó que le gustaría contarla en una sesión que tenía sobre
árboles durante el Festival. La misma semana del Festival  me propuso contarla yo misma junto a ellos, y
no pude no acceder a semejante invitación. Fue muy agradable y me sentí entre
amigos.


El
Festival ha terminado pero la programación en el SSC continúa incansable.
Seguiré asistiendo a sesiones y a talleres, así como investigando un poco más
para saber cómo funcionan algunas cosas de este mundillo cuentil en este país
tan bello.

Les
mantendré informados.

Gracias
por estar ahí, y por todo el cariño que hacen llegar. Se nota el calor. Mil
gracias.