Regreso de diez días de  encuentros y trabajo intenso en tierras peninsulares. Comencé el 20 de junio viajando a Úbeda, Jaén, para participar por primera vez en el Festival de Cuentos “En Úbeda se cuenta”, que celebraba su XX edición este año. Descubrir este festival, maravillosamente organizado por la Asociación Malión, fue un verdadero gustazo. Una suerte, un regalo.
Coincidí allí con Pep Bruno y Carolina Rueda, que ya habían llegado. Querían comenzar la celebración de XX años de Festival con dos de las grandes voces de la Narración Oral actual. Y qué mejor que con una sesión para público adulto. Pep y Carolina contaron en dos lugares distintos y el público se quedaba en el lugar que elegía (Pub la Beltraneja u Hotel El Cónsul). Eran los narradores los que rotaban. Fue una delicia de noche para inaugurar la llegada de la mayoría de los que íbamos a participar en el Festival (antes ya había habido otras actividades y conferencias).

 

Pep contando en La Beltraneja. Imagen de Jesús Delgado.

 
El viernes 21 lo dedicamos a pasear la ciudad guiados por Paqui y Nono, encantadores y generosos con su tiempo. Llegó Maísa Marbán, nos fuimos  a descubrir algunas historias de la ciudad y visitamos una herrería fantástica. No puedo no mencionar la piscinita del hotel. Ay. Madre.
En la comida llegó el resto: Alberto Sebastián, Jhon Ardila y Pepe Pérez y Manuel Castaño, que venían a disfrutar.

Pasamos un día relajado y tranquilo que concluyó en una sesión colectiva dirigida a público familiar en el Palacio Anguís Medinilla. El palacio se llenó hasta los topes de niños y niñas, adolescentes y personas adultas. Fue una sesión dividida en dos partes que comenzó con la participación del Socio de Honor de Malión al público. 

 
 
 
El público fue premiado por la Asociación y recibió la Tragantita un representante del público: Rafa, un muchacho de 20 años que lleva asistiendo al Festival desde que tiene cinco y que contó el cuento de la Tragantía (como cada año se hace) de una forma maravillosa. Además homenajeó a la profesión del narrador y a su crecimiento como público y como cuentero de un modo que emocionó a todos.
Luego contamos y escuchamos a los compañeros en una sesión equilibrada, divertida y memorable en la que contamos todos/as.
 
 

El sábado 22 terminaba todo y fuimos de plaza en plaza.

 
Comenzaba la PAI en ambas sesiones animando al público y luego contábamos nosotros. También fueron sesiones colectivas muy disfrutadas.
 
Aquí la PAI animando a todos/as antes de los cuentos de la mañana.
 
En esta estupenda crónica escrita por Alberto Román y en las fotos de Jesús Delgado pueden ver y leer algo de lo que pasó por la noche en la ruta de plaza en plaza. Tres plazas y un palacio. Cientos de personas siguiendo a los cuentistas y a la gente de la PAI de lugar en lugar. Cuentos para público familiar pero también para personas adultas después de, a las puertas de palacio, despedir a los niños y niñas.  ¡Qué bien lo pasamos!
 
 
Todas las sesiones fueron tremendamente multitudinarias. Se nota el gran trabajo que se ha hecho generando un público que demanda cuentos año tras año. Se nota la profesionalidad, el cariño, el cuidado y la cercanía con la gente, con los locales y con los invitados. Nos sentimos como en casa. Es un Festival muy cómodo, muy tranquilo. Pocas sesiones, todas compartidas y bastante tiempo libre para compartir, para conocer el lugar. No tengo una experiencia dilatada en festivales de cuentos pero todos allí coincidimos en que todos deberían ser como éste.
 
Miren qué bien acompañada por (derecha a izda.), John Ardila, Carolina Rueda, Pep Bruno, Alberto Sebastián y Maísa Marbán.

 

Gracias, de corazón, a Malión por su simpatía y buen hacer. Por sus regalos. Qué rico todo, madre mía. Gracias en especial a Paqui y Nono por hacerme sentir familia donde quiera que nos encontremos.

 

Mil gracias a los compañeros/as por los buenos ratos y la profesionalidad. Qué bien poder disfrutarles.

 

Gracias Alicia (y tu deliciosa familia), Elena y Anabel, por venir a disfrutar, por los breves y deliciosos ratitos compartidos. Esta profesión tiene sentido, tantas veces, por momentos como ésos.

 

En breve les cuento sobre la ESCUELA DE AEDA, ¡hay mucho que contar!