El jorobado de Notre Dame y Víctor Hugo
Hace mucho que no escribo nada y le debo una entrada al blog desde hace semanas. Ahora, reflexionando sobre todas las opciones posibles (hay tanto de qué hablar…) me apeteció mucho compartir mi pasión por una historia que desde niña me cautivó: El jorobado de Notre Dame.
Como muchos, de pequeña conocí esta historia a través de la factoría Disney. Llevaba ya años disfrutando de una infancia repleta de cuentos, tanto desde el papel como desde la televisión, en este caso adaptaciones en vídeo de cuentos de los Hermanos Grimm. A los 12 años, que fue cuando llegó a mi vida la película de Disney, ya tenía una cierta cultura literaria de lo popular y tenía bastante claro el tipo de trabajos que solía llevar a cabo la factoría Disney aunque aún no me planteaba el origen de sus historias, es decir: si eran adaptaciones de cuentos literarios, de novelas o de cuentos populares.
Cuando vi “El jorobado de Notre Dame” me sorprendí ante una historia en la que el protagonista era deforme y el final feliz no tenía nada que ver con él. Me impactó su oscuridad, sus escenas religiosas, el desfile de pasiones humanas que discurría ante mí. Y entendí que aquella historia era distinta.
No fue, sin embargo, hasta hace unos años, que supe que estaba basada en la novela de Víctor Hugo “Nuestra señora de París“, escrita en 1831 y compuesta por once libros donde relata una secuencia de acciones mucho menos amables que la adaptación que llevó a cabo Disney.
De ambientación renacentista, contiene todos los puntos que uno necesita para trazar la línea del Romanticismo: final extremadamente dramático, amores imposibles, torturas, personajes marginados, sufrimiento…
El jorobado, en el libro de Hugo, además de deforme es sordo. Puntos de anclaje con la adaptación de Disney, aparte de los nombres de los personajes y de la pasión secreta que siente Frollo por la gitana Esmeralda, de la labor como campanero de Quasimodo y de su marginación ante la sociedad debido a su fealdad, hay pocos. Víctor Hugo es despiadado. Sin tregua, una cadena de sucesos dramáticos nos hace observar a una gitana enamorada de un soldado, la única que siente compasión por el chico deforme cuando el mundo entero le desprecia y maltrata; o al Archidiácono Frollo vendido a un amor prohibido y ardiente hacia la muchacha, al igual que Quasimodo.
Frollo intenta asesinar al capitán Febo pero es juzgada por ello Esmeralda. A punto de ser ejecutada en la horca, es rescatada por el jorobado. Aún así, finalmente ella muere. El Archidiácono cae desde las altas columnas de la Catedral y Quasimodo desaparece. Varios años después de que enterraran a la gitana, buscando otro cadáver entre las tumbas, encuentran el de ella. Adherido hay otro esqueleto: el de un hombre con una profunda desviación de columna. Quasimodo se había dejado morir junto a ella. Cuando intentan separarle, su esqueleto se convierte en polvo.
Existen varias películas basadas en “Nuestra señora de París“: “El jorobado de Notre Dame” de 1923, dirigida por Wallace Worsley, en cine mudo; “Esmeralda, la zíngara” de 1936, dirigida por William Dieterle y “El jorobado de Notre Dame” de 1956, dirigida por Jeane Delannoy.
Muchas y variadas versiones de un drama digno de ser visto y leído.