Cuando se separaron, se marchó
con lo puesto decidido a comenzar una nueva vida sin ella, a aprender a ver el
mundo con nuevos ojos, a vivir experiencias insólitas lejos de su influencia, a
no quererla más, a sacarla de su vida a empellones si era necesario: a entender
la soledad.

Años después ha regresado y
parece que lo ha conseguido: es un hombre nuevo surcado por las mil huellas de vivencias
sorprendentes.

Y cada mañana, a la misma hora,
se le ve andar por la vereda, pasar por la desvencijada  casa que ambos construyeron y dejar un
pedacito de lo vivido sin ella en el buzón.  

Ilustración:  “El reparto” Acuarela y tinta sobre papel. Guille P. Rancel.
Texto: “El reparto” Laura Escuela