Ayer les contaba que había ido
a hacerme un regalo a la librería pero no les dije cuál me había llevado
finalmente. Fue EL SECRETO DEL
HUEVO AZUL
, escrito por Catalina
González Vilar
, ilustrado por Tomás
Hijo
, publicado por SM en 2012 y
ganador de El Premio Barco de Vapor
2012. Tenía ganas de hacerme con él desde hace meses porque me llamaba
muchísimo la atención su edición y por fin me lo llevé y lo leí.

Qué grata sorpresa. En primer
lugar, su edición. De formato cartoné y grandes dimensiones, se trata de
una novela ilustrada (muy ilustrada para las que suelen encontrarse dirigidas a
este grupo de edad, entre 8 y 10 años), estupenda para los lectores que ya
están empezando a leer novelas sencillas. La frescura, habilidad y buen gusto con
que Catalina nos cuenta la historia, lo interesante de la misma y la calidad de
las ilustraciones de Hijo hacen que 160 páginas sean 160 pasos a lo largo de un
surrealista cuento de hadas repleto de simbolismo.

La historia cuenta las
peripecias del pequeño príncipe Rolav, que vive en el reino de Dadrev, al que
encargan cuidar de un huevo azul. Cuando se abre, Rolav no está atento y el
animalillo que lo habita escapa. Cuando le preguntan qué contenía el huevo,
inventa una mentira. A partir de aquí, ha de viajar al País de las Mentiras,
donde todos los embustes que uno inventa se hacen realidad, para poder traer de
vuelta lo que ha imaginado (una lagartija azul). Con ayuda del mago Noisuli
llegará a conocer a Rignif y la princesa Aritnem (a estas alturas ya nos
habremos dado cuenta del juego que hace con los nombres), que le ayudarán en su
búsqueda.

El despliegue de personajes
fantásticos procedentes de las mentiras de los humanos, como los yonohesido o los rumores hacen imaginar al lector, así como reflexionar sobre los
caminos más o menos transitables de la moral; eso sí, con un tono en ocasiones
especialmente didáctico pero siempre literario.


Lo que más me ha llamado la
atención, como digo, ha sido la maquetación, el diseño y las ilustraciones. Los
colores están usados en cada página de modo que el ojo no se cansa ni del color
ni de la forma de las ilustraciones (salvo en una ilustración concreta con
fondo rojo). No favorecen especialmente la comprensión lectora, pero sí dotan
al texto de simbolismo y juegan mucho con la perspectiva y los puntos de vista
en la imagen. Con gran cantidad de formas geométricas, simetrías y contrastes de
color, conforman el espacio en el que el texto se encaja.

En fin, me ha parecido una obra
merecedora del premio que ha ganado, la recomiendo y sé de buena tinta que
muchos lectores de estas edades, mayores e incluso más pequeños (a quienes se
les ha leído la historia) han disfrutado de lo lindo.