El otro día, deambulando por la
librería que más frecuento, me encontré con LA BELLA GRISELDA, un álbum de la
fantástica ISOL, autora e ilustradora de “El globo” o “Secreto de familia”,
libros que no tienen desperdicio y que recomiendo a cualquier adulto, público
al que la obra de ISOL llega de un modo muy peculiar por su sentido del humor y
la complicidad que en seguida consigue desatar. LA BELLA GRISELDA, publicado en
2010 por Fondo de Cultura Económica
en su colección A la orilla del viento
es el primer cuento de hadas y principesco que leo de ella, ya que sus
protagonistas suelen ser niñas pequeñas que cuentan su historia en primera
persona.

Pero no es un cuento de hadas
al uso. Nada más ver la portada, si te fijas en los detalles, te das cuenta:
observamos los símbolos clásicos de la realeza: el conjunto heráldico, los
colores en oro, la corona, la princesa concentrada en la belleza de su
reflejo… y, si nos fijamos un poco más… nos encontramos con dos caballeros
sin cabeza que la escoltan. Es una primera pista.

Griselda
es una princesa hermosa, sublime, delicada, perfecta, tanto, que hacía perder
la cabeza a cualquiera. Y esto no es solo un decir. Cada vez que un príncipe
trataba de cortejarla, perdía la cabeza ante semejante hermosura. Se le caía,
se le desmembraba del cuerpo y rodaba por las moquetas o por los jardines. Y no
la volvía a recuperar. Ella, en un ejercicio de amor y nostalgia aderezado con
un toque de taxidermia, las colgaba en la pared.
Pasando
el tiempo, todos los hombres casaderos comenzaron a temer su belleza letal. La
pobre princesa se aburría y se sentía terriblemente sola, hasta que un día un
pretendiente afortunadamente miope apareció en el castillo y pudo cortejarla
sin temor a perder la vida. Sin embargo, después de un tiempo juntos, el
príncipe la observa (se entiende que de cerca) y también cae su cabeza. Aún
así, nueve meses después nace una princesita hermosísima, tanto que en este caso es la bella Griselda la que no puede soportar tanta maravilla y pierde la cabeza
también.

Esta macabra y “terrible”
historia parodia de un modo ácido y directo los tradicionales cuentos de
hadas. Nos recuerda a todas las bellas de nuestros conocidos clásicos pero 
acaba de una estocada con estereotipos y tópicos y nos regala, con unas
imágenes atrevidas, divertidas y engañosamente inocentes, un libro álbum
diferente.


Lo que más me gusta es el modo en
que construye al personaje de la princesa. Las que conocemos de siempre, bellas
por naturaleza, consagraban su vida a esperar al príncipe amado, ser
rescatadas, escapar del aburrimiento de sus jaulas de oro… sin embargo,
Griselda, aunque también esperaba a su príncipe, estaba encantada con su vida. El objetivo explícito de su existencia era estar bella, de ahí que sus días consistieran (aparte de en decapitar con su
imagen a todo dios) en extraerse los plebeyos pelos que la poblaban o hacer
fatigosos estiramientos y equilibrios sobre zapatitos de cristal. De hecho, su
blasón reza así:
Lejos de parecerse a los
cuentos políticamente correctos que tanto se han profesado durante años y que
ahora, cada vez más, están quedando en desuso, Isol nos deja intranquilos,
cuestiona la literalidad de nuestras frases de siempre y nos recuerda que, a
veces, en la vida, las cosas no son sencillamente “un decir”.