La última función
Hace unas semanas, para una sesión específica, buscaba un libro álbum que contara alguna buena historia de algún clown o payaso, pero en mi biblioteca de siempre no encontré ninguno de los que había oído hablar o me habían recomendado.
Me iba ya con ese regusto a vacío cuando Susi, “mi” bibliotecaria, me dio un pequeño librito publicado por ANAYA en la colección El duende verde: La última función, escrito por Mónica Rodríguez e ilustrado por Adolfo Serra. Me dijo: “ya sé que no es lo que buscas pero a mí me gustó la historia”.
No me costó mucho llevármelo: las ilustraciones de Serra me encantan y que a Susi le haya gustado es suficiente. Y bueno, en absoluto me sirvió para lo que necesitaba pero su lectura me ha dejado enamorada. Es un libro delicioso, muy bien escrito, que ganó en su momento el XXX Concurso de Narrativa Infantil “Vila d´Ibi”.
Sólo el prólogo me encantó, una carta al posible lector que finaliza así:
“Lo que de verdad he querido hacer con este libro es un homenaje a todos esos seres fabulosos que nos dan de reír y hacen que subamos tan alto que acabemos merendando con los dioses.
Los payasos, sí. No hay oficio más bonito. Tiene narices la cosa. “
Y después comienza una historia de las que te envuelven, de las que no puedes parar de leer porque lo que cuenta tiene alma, tiene enjundia y está bien contado. Pasas las páginas como quien come. A veces es sorprendente, otras es dulcemente predecible pero siempre es un gusto leer a quien respeta a los personajes y les dota de vida real, de emociones reales, de tristeza, melancolía, gratitud, esperanza. Personajes que sientes cerca enseguida, que están maravillosamente construidos. Mónica no vende aire, no levanta falsas expectativas, no parece escribir más que para contar algo. Algunas veces echo en falta eso en los libros para los más pequeños. Algo tan sencillo y tan complejo. A veces sobra artificio y pretensiones y falta corazón y un algo bueno que contar y bien contado.
Supongo que me fascina especialmente que Mónica se permita la tristeza y la acerque al público infantil de un modo tan delicado, poético y accesible con el impagable apoyo visual de Adolfo Serra.
El librito cuenta con 33 capítulos de una o dos páginas cada uno, siempre titulados con el nombre de un personaje o varios.
Narra la historia de Humberto, un viejo payaso de circo que vuelve al pueblo en el que nació cincuenta y un años después de haberse marchado para poder ser payaso. Vuelve para realizar su última función. Vuelve triste. Allí dejó a sus padres, decepcionados porque no quiso dedicarse al negocio familiar; dejó a su novia Karina, que no le quiso acompañar; dejó a su mejor amigo, que le dio la espalda cuando él se marchó. Paralelamente nos cuenta la historia de dos niños, Salvador y Saskia. Él, un niño triste y ella una niña aventurera, ambos necesitados de risas. Las vidas del anciano y los niños se cruzan, y la autora nos va presentando a otros tantos personajes, todos importantes, y va engranando perfectamente la historia hasta llegar a un final bello, amable, revelador.
Qué decir, búsquenlo, léanlo, enamórense de sus personajes, compártanlo con sus hijos o alumnos, disfruten de las bellísimas ilustraciones de Adolfo, que sabe contar con colores tan bien como Mónica con palabras.