“La vida solamente no nos basta”
El Congreso Iberoamericano de las Lenguas en la Educación y en la Cultura (celebrado en Salamanca del 5 al 7 de este mes) iba a ser inaugurado. Ya se había entregado la documentación pertinente en la Secretaría Técnica y todo el mundo se trataba de orientar dentro del Palacio de Congresos para dirigirse a la sala donde el Rector de la Universidad de Salamanca, la Secretaria de Estado de Educación y el Consejero de Educación de Castilla y León nos darían la bienvenida. Cuando terminaron y se marcharon de la mesa, subió Ana María Machado, vestida de flores. El presidente del Grupo Editorial SM nos la presentó. En el programa constaba que iba a llevar a cabo la Conferencia de apertura, titulada “Una vida entre libros”. Aquello prometía. Y cumplió.
Ana María Machado, dulce, con un portuñol encantador, plantó en todos los asistentes una semilla tierna que nos dejó entregados, preparados para compartir durante varios días –o varias vidas- el trabajo a través de la lengua y la literatura. Difícilmente podría haberse comenzado mejor.
Les comento brevemente algunas ideas que compartió y un poco de información sobre su vida y enlazo el vídeo a la conferencia, por si les apeteciera verlo.
Así se presenta a sí misma y a su intervención:
“Por una serie de circunstancias acabé por tener una vida totalmente cercada de libros. Fui siempre lectora voraz, profesora de lengua y literatura, periodista, traductora, escritora. Fui crítica literaria, tuve una librería que fundé y administré durante 18 años, fui socia de una editorial, ingresé en la Academia Brasileña de letras, que ahora presido…”
A partir de su experiencia entre libros y su vida dedicada a la literatura desde múltiples facetas, la organización del Congreso le propone evocar esa vida y contarla.
Procede de una familia de origen humilde que valoraba muchísimo los libros. Sus cuatro abuelos fueron lectores voraces y dedicados, interesados en la educación y la cultura. También sus padres. Merece la pena escuchar sus historias. Menciona a uno de sus abuelos como aquel hombre capaz de dar a su nieta de 12 o 13 años un libro gordo sobre un afamado naturalista, diciéndole: “Lee para que el libro se haga tuyo. Así, nadie jamás podrá quitártelo.”
Habla de su madre como aquella mujer con nueve hijos que dedicaba un rato sagrado cada mediodía a leer, amamantaba a sus hijos leyendo, apoyada por su marido. Ambos conversaban animadamente sobre sus lecturas, leían en voz alta, subrayaban fragmentos… y ella tenía ganas de entrar en aquel mundo y compartirlo también.
“Hablo de ese ambiente que me cercaba porque creo que es el retrato de algo que solo mucho más tarde me di cuenta de que era raro y anormal, a pesar de que para mí era perfectamente natural durante toda mi formación. Había libros por todas partes…”En mi familia no concebían que se pudiera vivir sin leer, sin preguntar, sin consultar el diccionario, sin buscar respuestas…”
Cuando cumplió siete años le regalaron un cuadernito que ponía: “MI DIARIO, ANA MARÍA, 1948”. De esta manera, el camino de la lectura hacia la escritura fue también natural. Allí recogía las historias que su abuela le contaba cuando estaba de vacaciones. Tal y como ella dice, “me di cuenta de que escribir era otra manera de no olvidar”. Contaba las historias a sus hermanos menores y en poco tiempo, su imaginación ya estaba mezclándose con el contar de la abuela y comenzó a crear sus propios cuentos…”
Y así empieza. Más tarde comienza a escribir para un periódico y llega a publicar muchísimos libros para niños, asumiendo su condición de escritora. Para poder tener tiempo de escribir, funda la primera librería especializada en literatura infantil de Brasil: Malasartes, que dirigió durante 18 años. También fue socia de una editorial, donde elaboraban un catálogo de literatura infantil de calidad y se preocupaban por publicar buenos libros.
Sobre su experiencia a lo largo de la vida trabajando, resalta dos aspectos interesantes. Uno relacionado con la selección de lecturas y otro sobre el poder del lenguaje poético:
1. “Nunca encontré un niño alfabetizado que si hubiera tenido la oportunidad de elegir un libro entre un catálogo de calidad, no siguiera leyendo con ganas. A lo mejor no funciona el primero, ni el segundo, pero encontrará alguno que le haga querer seguir leyendo.” (…) “Leer es como enamorarse, el que dice que no le gusta tal cosa es porque aún no ha encontrado algo que le agrada”.
1. “Nunca encontré un niño alfabetizado que si hubiera tenido la oportunidad de elegir un libro entre un catálogo de calidad, no siguiera leyendo con ganas. A lo mejor no funciona el primero, ni el segundo, pero encontrará alguno que le haga querer seguir leyendo.” (…) “Leer es como enamorarse, el que dice que no le gusta tal cosa es porque aún no ha encontrado algo que le agrada”.
2. “La palabra tiene una fuerza extraordinaria: el reconocimiento de que lo que caracteriza la literatura es la palabra empleada de manera que permita múltiples reapropiaciones. Es decir: su proceso significativo tiene que ver con una multiplicidad de sentidos latentes posibles. Ese es el sentido poético de la palabra: un empleo donde las palabras no solo se eligen por lo que significan, sino también porque puestas al lado de otros términos causan efectos inesperados y renovados. Así, tanto en la prosa narrativa como en la poesía, la literatura está ensanchando la experiencia vital del lector, yendo más allá de lo que la vida cotidiana propicia, facilitando que dé vida a otra vidas, sienta otras emociones, entienda otros dilemas, conozca muy de cerca otras personas, vivencie otras soluciones para las dificultades humanas. Esa es la fuerza absoluta de la literatura, y es por eso que ella no muere, por más que puedan variar y diferenciarse sus soportes”.
Otorgando esta importancia al arte y a la palabra, nos regala una cita del poeta brasileño Ferreira Gullar, “El arte existe porque la vida solamente no nos basta” y concluye su intervención de esta forma:
“Una vida entre libros tiene sentido y es rica si esos libros traen lo que acrecienta, transforma, expande y amplía a cada uno para llegar mucho más allá de sus límites individuales mediante la literatura, arte de la palabra”.
Sus palabras fueron realmente inspiradoras y viajaron entre todos los asistentes durante todo el Congreso. Una envidia sana nos recorría a todos, deseosos de haber formado parte de aquella familia, pero encantados de compartir con ella tanto sobre el amor a la palabra.
Lo mejor fue que dotó de realidad algo que yo esperaba teórico, intangible y probablemente politizado. Encontrarme con un ser humano y sus vivencias y experiencias fue sorprendente.
Les recomiendo que la escuchen y les enlazo también el link a la entrada que el narrador y escritor Pep Bruno puso en su blog ayer hablando sobre esta conferencia y sobre otra que realizó en 2007, de la que extrae puntos muy recomendables.
Disfruten.