Acabo de terminar de leer el
tercer tomo de la trilogía LOS JUEGOS DEL HAMBRE de Susan Collins: “Los juegos del hambre”, “En llamas” y “Sinsajo”, editados por MOLINO desde 2008 hasta 2010. Hablar sobre
estos libros se me antoja una tarea ardua, ya que las sensaciones que me quedan
tras leerlos son contradictorias.

Se enmarcan dentro del género
distópico: una sociedad futura post-apocalíptica donde los humanos, tras
incesantes guerras, han quedado reducidos a doce distritos  gobernados por El Capitolio, una ciudad donde prima
el exceso y las apariencias. Son punteros en tecnología y cuentan con los
mejores recursos a base de explotar a cada uno de los doce distritos, que viven
prácticamente en la miseria. Para evitar que vuelvan a rebelarse, como una vez
sucedió, cada año El Capitolio organiza los llamados JUEGOS DEL HAMBRE, que
consisten en escoger a dos niños (de entre 12 y 18 años) de cada distrito para
entrenarlos y lucirlos ante todos, y luego enviarlos a la arena de juego,
escenarios artificiales que recrean ambientes naturales extremos, animales y
seres modificados genéticamente, creados especialmente para la ocasión. Los 24
niños o tributos deben luchar entre sí, matándose unos a otros, hasta que solo
quede un ganador. Todo el espectáculo es televisado para humillación y sufrimiento
de los distritos y para diversión del Capitolio.

La historia está narrada por la protagonista
de la trilogía: Katniss Everdeen, que vive en el distrito 12 con su hermana, su
madre y su mejor amigo, Gale. El día de la cosecha, que es cuando se
seleccionan los tributos que van a luchar en la arena, sale elegida Prim, la
hermana de Katniss, y ella se presenta voluntaria para sustituirla. El otro
tributo que se escoge es Peeta, un muchacho que ha estado enamorado de Katniss
desde que eran niños.

Aquí comienza una truculenta
historia repleta de violencia. Con un ritmo trepidante que facilita su lectura,
la autora consigue llamar nuestra atención. Lo morboso del argumento facilita
la tarea. Sin embargo, los personajes están construidos muy sencillamente,
llegando a ser bastante planos en ocasiones, y sin implicarse en sus propios
dilemas. La trama es ágil pero predecible. Las situaciones violentas
son excesivas y escalofriantes, innecesarias en ocasiones por su falta de eficacia y realismo. La sencillez y la rapidez con que narra los
acontecimientos, sin profundizar especialmente en nada sino rozándolos
sutilmente por el borde contrasta con la cantidad de sucesos que acontecen.
Son libros que no están bien
escritos
. En primer lugar, el estilo narrativo de narrador protagonista está repleto
de clichés, estereotipos, frases hechas e inmadurez. En segundo lugar, el
diseño, la construcción de la trama y la de los personajes consigue
engancharnos, pero en mi caso por una cuestión de curiosidad, de querer saber
por dónde nos va a llevar,  no por la
forma ni por que suframos junto a la protagonista, que no parece creerse mucho
lo que está contándonos.

La traducción, con una gran
cantidad de erratas y algunas faltas de coherencia, desmerece bastante su
lectura. La sencillez del lenguaje, repleto de coloquialismos y con un
vocabulario escaso, facilitan su acceso al público juvenil y a lectores poco
habituales, que, por lo general, han acogido con los brazos abiertos estos best
sellers que distan mucho de contener la calidad literaria con que cuentan sagas
juveniles como Harry Potter.

A nivel de contenido, lleva a cabo
una poco novedosa aunque llamativa crítica social, partiendo de la base de que la
opresión, los efectos demoledores de las guerras, la miseria, el hambre, la
importancia de las apariencias, la incoherencia humana, las pasiones y el amor
familiar, son temas que tanto hoy como en esta antiutopía que nos presenta
Collins, son perfectamente palpables. Sin embargo, durante la lectura, esta
crítica social se pierde, se va disolviendo poco a poco, se hace incompleta e
irreal, sin mayor orden ni trascendencia.
En general, su lectura ha sido
rápida, alternando curiosidad y hastío. He echado de menos, sobre todo, que los
personajes se enfrentaran a decisiones morales que les facilitaran profundizar
en la naturaleza humana.

En fin, en mi opinión, Collins se
queda a las puertas de lo que están tratando de convertir en una gran trilogía, al estilo de la comercial “Crepúsculo”.

Sin embargo, se ha llevado al
cine
no hace mucho el primer tomo de la trilogía, “Los juegos del hambre” y
siento muchísima curiosidad por ver cómo lo han adaptado a la pantalla.