No conozco nada más de esta
autora. EL TIEMPO ENTRE COSTURAS ha dado mucho de qué hablar. Lo comencé pero
no lo continué porque se me cruzaron otras lecturas por delante.
Sin embargo, me regalaron hace poco MISIÓN OLVIDO; tras leerlo, me pregunto si
aquel es similar y me quedo sin ganas de responderme.

Francamente, me ha parecido
una novela lineal, previsible, evitable. Empieza bien, sitúa al lector ante una
mujer devastada personalmente debido al fracaso de su matrimonio que necesita
poner tierra de por medio para cerrar heridas y continuar con su vida. Es
filóloga y marcha con una beca hasta California, donde comienza a investigar el
legado de un compatriota exiliado a tierras americanas. Nos cuenta también la
vida de dos personajes aparte de la suya propia (el compatriota, Andrés Fontana
y un discípulo suyo, Daniel Carter), oscilando de una a otra a lo largo de la
narración. 

Pero a poco que uno avanza, se encuentra ante una historia cliché, con
capítulos enteros que omitiría sin problema, especialmente cuando habla de sí
misma en tono autocompasivo. Las partes redactadas en primera persona,
supuestamente en el papel de una mujer que roza los sesenta años, parecen
escritas por una joven de veinte. Sin madurez vital, sin profundidad. Cuando no
habla de sí misma se respira mejor. Sin embargo, las historias de los otros
personajes tienen su jugo. Un  jugo que no termina de exprimirse debido a
una cierta dificultad para desarrollar lo dramático o para ahondar en los
personajes y sus relaciones. 
La trama me parece buena,
coherente, bien llevada y los contenidos están bien estructurados, pero el
estilo sencillo rozando lo simple, de fácil acceso pero vacuo al tiempo, frena
considerablemente el interés.
Ayer mismo empecé EL TANGO DE
LA GUARDIA VIEJA, la última novela de Arturo Pérez Reverte, y apenas una página
después de la primera palabra, pensé: “Esto. Esto sí.”  

Cuestión de gustos. Cuestión
de calidad. Cuestión de estilos. Quién sabe.