Ayer me descubrí recordando con mi hermana fragmentos de la película “Matilda” que tanto nos divirtió en su momento, con Dani de Vito como el Señor Wormwood en la versión del libro de Roal Dahl que llevaron al cine en 1996.
Para mí, primero fue la película y después el libro, y… ¡qué libro! Qué bien me lo pasé cuando descubrí que el ilustrador de aquella edición de Alfaguara que llegó a mis manos no mucho después era Quentin Blake, también ilustrador de unas maravillosas historias de edición diminuta que me acompañaron en la infancia y de las que hablaré otro día.
Y recordando ayer el momento en que Matilda, aún bebé, escribía su nombre, o cuando se enfrentaba en la escuela a la señora Truchbull, me vino a la cabeza una reseña que hice del libro hace unos años, que añado a continuación:
Matilda no es un libro cualquiera. Es precisa esta aclaración antes de continuar hablando sobre él. Matilda es un icono de la literatura infantil y juvenil, y no hay mejor forma de atestiguarlo que tomándolo entre las manos y comenzando a leer. En pocos segundos, uno se verá imbuido sin remedio en una lectura incesante y totalmente fascinante hasta el final. ¿Cómo no recomendarlo, entonces, a los niños y jóvenes españoles?.Roald Dahl, famoso y valorado escritor y guionista británico, admirable por su humor e inventiva, despliega su ingenio en esta obra original y divertida. La historia cuenta parte de la vida de Matilda Wormwood, una niña asombrosa que, con sólo cuatro años, ya ha leído toda la sección infantil de la biblioteca pública y parte de la de adultos, tiene una facilidad extremada para las matemáticas y cuenta con una madurez poco propia de las niñas de su edad, sin mencionar sus poderes telequinéticos. Sus padres, mediocres e irresponsables, no saben nada sobre ella, y no es hasta que se escolariza y conoce a su maestra, la adorable señorita Honey, que su vida no empieza a cambiar.En esta atractiva edición de bolsillo y tapa blanda, donde se conservan las ilustraciones originales que llevó a cabo el magnífico Quentin Blake, relato e imágenes concuerdan en absoluta armonía, conformando una obra absolutamente necesaria para la biblioteca del salón, del colegio o de la ciudad.