The Brave Squirrel, de la cocina en Escocia al escenario en Santa Cruz
The Brave Squirrel ha sido una de las experiencias más emocionantes que he vivido a nivel profesional. Ha supuesto un ejercicio de valentía. Me he sentido la propia ardilla valiente.
Un poco de contexto: la semana pasada estrenamos “The Brave Squirrel” (La ardilla valiente) en la Fundación Cajacanarias, dentro del programa educativo “Despertares”.
Después de la buena acogida que tuvo el espectáculo “En el bosque” con Isabel Bolívar, dirigido a alumnado de Educación Infantil, y sabiendo que trabajo también con cuentos en inglés, desde el programa Despertares me dijeron: nos gustaría programar un espectáculo de cuentos y música en inglés.
Y me puse manos a la obra.
Lo primero era atreverme. Era un verdadero reto. Proponer algo desde la nada, pensar en algo que fuera potente, interesante, que funcionara. Y empecé a darle vueltas: ¿Qué podía contar? ¿Cómo?
Y, casi sin pensarlo mucho, me vi a mí misma cuatro años atrás, en la cocina de David Campbell en Edimburgo. Aquel mediodía, después de almorzar (a las 12:30h), me dijo: te voy a contar una historia que seguro que te sirve para contar a los niños pequeños.
Y comenzó: Había una vez una ardilla que vivía en el bosque. Era pleno otoño y todas estaban muy ocupadas recolectando frutos para el invierno. Una mañana, mamá ardilla le dijo: “Pequeña ardilla, ¿eres lo suficientemente valiente como para adentrarte sola en el bosque a buscar frutos para el invierno?”
– Sí, mami, yo soy valiente -dijo la pequeña -¿A dónde voy?
-Tendrás que ir… a través del bosque, bordeando el río, pasando sobre el puente, subiendo al árbol, caminando por la rama que está sobre el lago y después encontrarás el árbol con los mejores frutos…
Y la pequeña ardilla se adentró en el bosque caminando, saltando, corriendo… dispuesta a conseguir su objetivo. No estaba sola en la proeza, contaba con un búho, un zorro y un conejo que le pondrían alguna prueba y también la ayudarían. Sobre todo a enfrentarse a la “terrible cosa del lago”.
Desde el principio me gustó la historia y pensé que algún día podría prepararla y contarla a los niños y niñas en la isla. Y sin embargo pasaban los años y hasta que no me propusieron esto, ese día no llegó. Aproveché que mi compañera Raquel López estaba viviendo con David y le pedí que grabara la historia y me la enviara. Y él, en la distancia y quién sabe si desde la cocina también, me la volvió a contar.
Teniendo ya la historia, hacía falta ponerla en pie. La música era absolutamente necesaria pero no la tocaría yo, como en ocasiones anteriores trabajando con Isabel. Necesitaba a un músico, y tuve claro desde el principio que necesitaba que tocara varios instrumentos, para dar un poco más de riqueza y variedad a la propuesta.
También necesitaba imagen. Lo imaginaba como un álbum ilustrado. Contando historias en inglés a los niños y niñas de infantil siempre uso libros álbum, y me apoyo en la imagen porque les ayuda a entender y seguir lo que está sucediendo.
Después de escribir y adaptar la historia que me había contado David, me di cuenta de que quería no solo imagen fija, sino alternar algo de animación con ilustraciones. Así, pensé en contactar con un/a ilustrador/a y que, posteriormente, Laura Baute Sanjuán, cuyo trabajo conocía de antemano, hiciera la animación. Me propuso crear ella misma las ilustraciones, y con esto aceptó la locura de unirse al proyecto. Diseñé torpemente explicándole qué quería y se puso manos a la obra con la propuesta dándole forma y sentido en lo que ha sido un trabajo arduo. Creó los personajes: la ardilla, su madre, el búho, zorro, conejo… creó los escenarios: el bosque, el puente, el árbol, el lago… y comenzó a trabajar en la animación.
Me ha preocupado todo el tiempo diferenciar la propuesta de narración con imagen de una película narrada. No es una película. En la pantalla no acontece todo lo que yo explico, sino que se muestran los escenarios y los personajes, así como los recorridos de la ardilla bosque arriba y bosque abajo. Por ejemplo: cuando digo que se encontró con un animal junto al río, aparece el zorro en la escena. La imagen se detiene, se queda como una ilustración fija, y se sigue contando el diálogo entre ellos. O, cuando la ardilla recuerda el camino que debe seguir, aparece un mapa en el que se mueven sus huellas. Y así, hemos creado un álbum ilustrado vivo.
El tema técnico era difícil de solucionar en un principio. ¿Cómo pasar las imágenes? ¿Tendríamos un ordenador en escena conectado al proyector y yo, mientras contaba, las podría pasar? Era complicado porque son muchos vídeos e imágenes fijas. ¿Y cómo resolverlo estéticamente?
Cuando se unió el músico Óscar Tiraida al proyecto, las piezas del puzle encajaron. Le conté todo, le mostré lo que llevábamos hecho. Creé las letras de las canciones (4 canciones que se repetirían varias veces durante el espectáculo) y entre los dos les pusimos melodía. Él hizo los arreglos y decidió: finalmente tocaría el piano, la guitarra y el ukelele. Y, además, para mi sorpresa, con una soltura y una profesionalidad inmensas, se encargaría de la parte técnica de la imagen. Tendría al lado el ordenador y manejaría vídeo y música en directo a la vez. Trabajar con Óscar ha sido un verdadero regalo. Su conexión y nivel de implicación con el proyecto ha sido tanta que ya no lo quiero imaginar sin él.
De esta manera tuvimos solucionada la puesta en escena: Óscar en el escenario con tres instrumentos y un ordenador, una pantalla gigante y otra pequeña frente a mí donde se va proyectando la imagen y yo, en medio, contando.
El diseño de luces y los medios técnicos, gracias al gran equipo de la Fundación, fue como recorrer un camino de rosas, contando también con que no llevamos escenografía.
Pensamos en un vestuario sencillo, similar en colores a la gama del bosque ilustrado por Laura y que incluyera, por supuesto, NUTS.
Por otro lado y previamente, había preparado una Unidad Didáctica para el profesorado. No olvidemos que este espectáculo está diseñado para Educación Infantil. La idea es que las maestras puedan incluir algo relacionado con él en su propuesta curricular, y además, todo el trabajo previo a ver el espectáculo será bueno para la comprensión y disfrute del alumnado. En la unidad incluíamos vocabulario, imágenes y las canciones para que, si querían las fueran practicando. También tenían la “tarea” de traer una NUT (bellota) al espectáculo cuando vinieran, para interactuar con nosotros.
En fin, ya estábamos preparados para estrenar. Y así fue como la semana pasada disfrutamos de la presencia de más de 1800 niños y niñas de infantil de diferentes puntos de la isla. Hicimos dos sesiones por día del 12 al 14 de junio. Estos fueron los colegios que asistieron en esta ocasión: CEIP VIRGEN DE FATIMA, CEIP SAN MATIAS, CEIP ACENTEJO, CEIP LA MILAGROSA, CEIP CAMINO LARGO, ECHEYDE, INFANT FIRST LITTLE SCHOOL, CEIP MIGUEL PINTOR GONZALEZ, PUREZA DE MARIA, LA SALLE SAN ILDEFONSO, HOGAR ESCUELA, JULES VERNE, ESCUELAS PIAS QUISISANA, SAN JUAN BOSCO, CEIP SAN FERNANDO, MATIAS LLABRES, HOGAR ESCUELA, ONESIMO REDONDO, COLEGIO DECROLY.
La primera vez que escuchamos a los niños y niñas cantar con nosotros la canción del saludo porque la traían ya aprendida, nos emocionamos tremendamente. Nos miramos en escena con los pelos de punta. Después del primer día, de las dos primeras funciones, de la alegría de los niños y niñas y las maestras y sus comentarios, lo supimos: la propuesta funciona.
Funciona y nos ha dejado tremendamente contentos y con muchísimas ganas de seguir compartiéndola.
Esperamos que sea muy pronto. Mil gracias a la Fundación por darme la oportunidad. Me he sentido valiente, pero es fácil cuando te acompañan en el camino grandes profesionales como Óscar y Laura y el destino es un lugar en el que me siento como en casa: los niños y niñas de Educación Infantil.
Gracias, de corazón.