Una ventana a los niños escritores de ENCUENTRACUENTOS
Buenas tardes, hoy, víspera del Día Internacional de la Narración Oral, nos encontramos en medio de la celebración de la tercera edición del FESTIVAL ENCUENTRACUENTOS.
Como les contaba en la entrada anterior, una de nuestras propuestas es acudir a los centros escolares y contar cuentos a los niños que se hayan inscrito para participar en la actividad de creación literaria que proponemos a partir de una ilustración.
Nuestro compañero Diego González, que forma parte de la organización de ENCUENTRACUENTOS y que, como les contaba dos entradas más abajo lleva a cabo diariamente sus VENTANAS AL CUENTO, recibió una historia fantástica de una de las alumnas de un colegio participante al que fue a contar.
Le llamó tanto la atención, que ha formado parte de su ventana de hoy. La historia partía de la ilustración que pueden ver aquí abajo, y el título que le dio el ilustrador Nareme Melián, a partir del cual debían construir la historia, era “Un deseo de narices”.
Aquí comparto el trabajo de la pequeña y el trabajo de Diego. ¡Qué maravilla de respuestas han tenido los centros y cuánto lo estamos disfrutando!
“Hoy nuestra ventana se abre hacia España, en concreto hacia Tenerife, hacia las letras de Michelle:
Un deseo de narices
Este cuento comienza como cualquier otro, pero el príncipe de este cuento no era guapo, alto y apuesto. Era mas bien rellenito, cejijunto y con una nariz muy larga.
Un día, el príncipe, desesperado por su aspecto, había oído hablar de una lámpara mágica y estaba dispuesto a encontrarla. Para llegar a dicha lámpara debía sortear muchas dificultades. Su primera prueba fue subir al Reino de las espinas donde permanecía cautiva la princesa Hada. El Reino de las espinas era un lugar lúgubre, las espinas que lo rodeaban contenían un veneno que los dormía. Por eso, no había guardias en la entrada.
Así que el príncipe Neizan, que es nuestro protagonista, tuvo que luchar con las espinas para cruzar el reino donde encontró a la princesa Hada y la rescató de las mazmorras para, finalmente, llevarla con el en su viaje.
Después se dirigió a la montaña del aullido, donde su gran nariz y su olfato evitaron que cayeran en las ciénagas fantasmas.
Por fin llegaron al valle mágico, en cuyo centro se encontraba la lámpara mágica después de tanto caminar. La cogió, la frotó y de su interior salió un genio que le concedería un deseo. Pero antes tenía que estar seguro de qué era lo que quería en realidad.
La princesa, dirigiéndose al príncipe le confesó:
– Príncipe Neizan, sois valiente, amable y la mejor persona que he conocido nunca, os amo tal y como sois.
– Yo también os amo, pero no estoy orgulloso de mi aspecto. Mi nariz es muy larga y tropieza en todas partes.
– vuestra nariz nos salvó de caer en la ciénaga, contestó la princesa.
– ¿Ya estáis decidido, príncipe Neizan? Preguntó el mago.
– Si, quiero ser perfecto, respondió Neizan.
– Deseo concedido, dijo el mago.
Envuelto en una nube brillante, todo su cuerpo quedó oculto, y al desaparecer la nube, todo el mundo quedó sorprendido al observar que el príncipe no había cambiado nada.
Finalmente el príncipe descubrió que sus dones y virtudes eran por ser como era, y quien le amara lo tenía que hacer por su corazón, no por su belleza física.
Así que se casó con la princesa y cuando le fue a dar un beso, tropezó con su nariz.
Este cuento, como dije fue escrito por Michelle, una alumna de 3º o 4º de primaria del Colegio de Educación Infantil y Primaria Villavicencio. Fue hecho con motivo de la celebración del Tercer Festival Encuentracuentos, el cual a su vez se suma a la celebración del día internacional de la narración oral.
He elegido este cuento por varios motivos, pero el fundamental es que, tras narrarlo (pues era parte del juego), la autora quiso que su cuento se conociera tal como ella lo había escrito. Entonces me dieron el permiso de compartirlo y decidí aprovechar la ventana para ello. El siguiente motivo es, sin duda, la belleza del mensaje y la fabulosa fórmula de cierre.
Pero empecemos por el principio, por la fórmula de inicio: “Este cuento comienza como cualquier otro, pero el príncipe de este cuento no era guapo, alto y apuesto. Era mas bien rellenito, cejijunto y con una nariz muy larga”. Como podemos ver, hay un juego (inocente, pero juego a fin de cuentas) entre la fórmula tradicional velada y la fórmula no convencional de personaje, donde conocemos cómo “no es” y por último cómo “es” nuestro personaje.
En el siguiente párrafo descubrimos, no sin asombro, que ese aspecto que posee es, además, el problema que mueve la historia. Entonces comprendemos que la fórmula de inicio también es de conflicto.
Luego vienen las aventuras, los trayectos, las imágenes que acompañan el viaje del héroe y sus diversas pruebas, lo que asemeja este cuento “infantil” con las estructuras de los cuentos maravillosos: lugares y momentos indeterminados (“este cuento comienza como cualquier otro”; es decir, érase una vez…), no se respetan las leyes de la naturaleza (por ejemplo, las espinas que contienen ese veneno somnífero), existen objetos mágicos capaces de salvar al personaje (la lámpara), las características de los personajes se exageran (el aspecto del personaje vale como una prueba), existen seres maravillosos (la princesa Hada), existen prohibiciones o dificultades,…
En fin, de algún modo, sin conocer la teoría como tal, pero habiéndose nutrido con los cuentos, esta alumna fue hilvanando sus pensamientos y tejiendo una historia que contiene todos los elementos que son indispensables en este tipo de cuentos.
Aún así, y esta es la parte que me encanta, el cuento no se queda sólo allí. En el proceso, la princesa Hada y el príncipe Neizan se conocen y, más allá de eso, sus interacciones les cambian de forma significativa y positiva, siendo esta una historia de romance, donde dos personajes se transforman uno al otro a causa de sus afectos positivos.
Ideas como “estar seguro de qué era lo que quería en realidad”, y el hecho de que la perfección esté en el personaje, pues “sus dones y virtudes eran por ser como era, y quien le amara lo tenía que hacer por su corazón, no por su belleza física”, hacen que se me ensanche la sonrisa y recuerde lo importan de mantener vivo al niño interior, no es ese aspecto que nos venden muchas veces de egoísta, sino en este, más puro, sincero y capaz de mirar, como dijera Saint–Exupéry, las cosas invisibles para los ojos, esas que sólo se ve bien con el corazón, esas que él llamó esenciales (1).
Para acabar, como dije párrafos atrás, comentar mi fascinación hacia la fórmula de cierre: “Así que se casó con la princesa y cuando le fue a dar un beso, tropezó con su nariz”. Nuevamente atendemos a un juego donde “Así que se casó con la princesa” nos podría recordar inevitablemente el “Se casaron y vivieron felices” de tantísimos cuentos de hadas; sin embargo, tiene un giro inesperado que aporta comicidad y ternura de un solo golpe (de nariz): “cuando le fue a dar un beso, tropezó con su nariz”. De ese modo, se cierra la historia con una sensación que es más una esperanza que una certeza: “vivieron felices para siempre”. No lo dice ella, sin duda… lo podemos pensar nosotros.
El juego que propongo para hoy es el siguiente: En el cuento, la autora nos dice: “Para llegar a dicha lámpara debía sortear muchas dificultades”; sin embargo, sólo nos narra dos de ellas: la prueba de subir al Reino de las espinas, y el recorrido por la montaña del aullido, donde se salva de las ciénagas fantasmas. Entonces, les invito a narrar todas esas dificultades, una por una, las que ella comentó y las que no llegó a decirnos. Creen y re-creen este mundo imposible donde viven nuestros personajes y descubran qué sucesos fueron llevando a que él y ella se enamoraran perdidamente uno del otro.
También les propongo que escriban de vuelta sus comentarios sinceros sobre este cuento, pues tanto a ella como a mí nos encantará leer sus pensamientos.
Disfruten de las aventuras y del amor, palabreen sin temor…
Que tengan un buen día
(1) “Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos”, frase tomada de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.”