¿Qué es ANIMACIÓN A LA LECTURA?
“Matilda”, Roald Dahl.Hace 13 años, que no son pocos ni demasiados, Blanca Calvo, directora de la Biblioteca Pública de Guadalajara, publicó un artículo llamado “Animación a la lectura” en la revista Educación y Biblioteca. (Año 11, número 100, Madrid, abril de 1999). Hoy me topo con él y lo comparto, a sabiendas de que, en este sentido, sus reflexiones de entonces son plenamente equiparables a las de todos los que hoy nos seguimos dedicando un poco cada día a tratar de acercar los libros a los más jóvenes. “Apagar la luz y empezar a leer al resplandor de las linternas cuentos de miedo con los niños es animación a la lectura, organizar cursos de calceta para que entren en la biblioteca personas que de otra forma no lo harían es animación a la lectura, contar cuentos por la noche al calor de una queimada es animación a la lectura, convertir la biblioteca en restaurante y ofrecer a los usuarios manjares literarios es animación a la lectura. Presentar cada día a los alumnos un libro “encontrado” en cualquier sitio según se va al instituto es animación a la lectura, hacer ruedas de prensa con los personajes de los clásicos es animación a la lectura, jugar con los niños a cambiarles los finales a los cuentos es animación a la lectura, reservar tiempo lectivo para frecuentar la biblioteca es animación a la lectura. Contar cuentos a los hijos en la cama es animación a la lectura, meter libros en la maleta cuando se va de vacaciones es animación a la lectura, narrar el comienzo de una historia y provocar el deseo de seguirla en las páginas de un libro es animación a la lectura, regalar libros en las fiestas familiares es animación a la lectura. Animación a la lectura es todo eso y mucho más. Según yo creo, comprende cualquier actividad orientada a aumentar el número de personas que disfrutan con los libros.”
El artículo completo con un magnífico ABECEDARIO de términos básicos y relacionados con la ANIMACIÓN, AQUÍ.
¡FELIZ DÍA DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL!

Hoy es 2 de Abril y se celebra el DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL, como viene sucediendo desde 1967. ¿Por qué el 2 de Abril? Porque fue la fecha en que nació Hans Christian Andersen en 1805, escritor danés autor de clásicos como “La Sirenita”, “El patito feo” o “La pequeña cerillera”. Les deseo un día repleto de libros y, para celebrar, les adjunto un archivo repleto de cuentos de Andersen, para que lean, para que cuenten, para que se cuenten. Disfruten de este lunes tan especial. Para ir a LOS CUENTOS, pinchen AQUÍ
Lo más 2011

Hoy dejo como entrada la última selección de lecturas que realizó la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Encontraremos una selección de 12 libros por cada franja de edad: De 0 a 5 años, de 6 a 8, 9 a 11, 12 a 14, 15 a 18 y algunos ejemplos de libros que, según ellos, son perfectos para regalar. Si pinchas AQUÍ, accedes a la página web. Si pinchas AQUÍ, al archivo con formato en PDF. ¡¡Seguiremos informando!!
Los niños tontos. Ana María Matute
Ana María Matute, nacida en 1926, vivió en plena infancia el estallido de la Guerra Civil, lo que marcó para siempre su obra. Muchos de sus libros hablan de la infancia robada, de la niñez arrancada de entre las manos por una situación política y social que no permitía mimos ni cariño, sino la dureza de una realidad hostil y agresiva, sangrienta y siempre triste, como lo es todo lo que rodea a las guerras. LOS NIÑOS TONTOS es una pequeña muestra. Es un libro que cuenta con 21 historias breves cuyos protagonistas son niños tontos repletos de inocencia. Tal vez sean tontos precisamente porque creen que pueden ser inocentes en este mundo, antes de ser apisonados por la edad adulta, la educación o el peso de la cultura. Son niños que viven su inocencia de una forma cruel y repleta de desesperanza, enfrentada al mundo de los adultos en muchas ocasiones. Los sueños de esos niños están repletos de fantasía, disparate, poesía, magia –me atrevería a decir que, en algunos, incluso alegría- pero se estampan contra una realidad que hace que se desvanezcan como la espuma en el agua, y siempre acaban mal. La desgracia les vigila desde detrás de los árboles, el fondo del mar o de la tina del agua, o desde las piedras con que apedrean a uno de los niños. De un modo despiadado, la realidad se ensaña con ellos y solo reciben del mundo soledad, incomprensión, hostilidad, y en absoluto esperanza o alegría. Sin embargo, están narrados desde la objetividad poética, desde la neutralidad de los sentimientos, sin grandes espasmos dramáticos: con calma. En cuanto a la forma, narrados en prosa, son pura poesía. El dramatismo entra por los poros casi como una caricia, pero taladrando como agujas, de manera que desde que se comienza a leer se siente de un modo hondo la violencia del relato.
Dejo aquí uno como muestra, y recomiendo fervientemente la edición de la editorial MEDIA VACA, 2000, con ilustraciones de Javier Olivares. Los dibujos, en tres colores: blanco, negro y azul, nos muestran, repletos de luces y sombras, a esos niños que nunca se hicieron adultos. Una verdadera obra maestra. MAR Pobre niño. Tenía las orejas muy grandes, y, cuando se ponía de espaldas a la ventana, se volvían encarnadas. Pobre niño, estaba doblado, amarillo. Vino el hombre que curaba, detrás de sus gafas. “El mar -dijo-; el mar, el mar”. Todo el mundo empezó a hacer maletas y a hablar del mar. Tenían una prisa muy grande. El niño se figuró que el mar era como estar dentro de una caracola grandísima, llena de rumores, cánticos, voces que gritaban muy lejos, con un largo eco. Creía que el mar era alto y verde. Pero cuando llegó al mar se quedó parado. Su piel, ¡qué extraña era allí!. “Madre -dijo, porque sentía vergüenza- quiero ver hasta dónde me llega el mar. Él, que creyó el mar alto y verde, lo veía blanco, como el borde de la cerveza, cosquilleándole, frío, la punta de los pies. “¡Voy a ver hasta dónde me llega el mar!”. Y anduvo, anduvo, anduvo. El mar, ¡qué cosa rara!, crecía, se volvía azul, violeta. Le llegó a las rodillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los labios, a los ojos. Entonces, le entró en las orejas el eco largo, las voces que llaman lejos. Y en los ojos, todo el color. ¡Ah, si, por fin, el mar era de verdad! Era una grande, inmensa caracola. El mar, verdaderamente, era alto y verde. Pero los de la orilla, no entendían nada de nada. Encima, se ponían a llorar a gritos, y decían: “¡Qué desgracia! ¡Señor, qué gran desgracia!”
La invención de Hugo Cabret: ¿Libro o película?
Después de un tiempo queriendo acercarme al libro de Brian Selznick, he terminado cayendo en el mullido asiento de una sala de cine antes que dando con él. Sin embargo, por fin ha llegado a mis manos y he podido leerlo. Contra todo pronóstico, me ha encantado hacerlo después de ver la película. El libro, de 532 páginas, ya avisa en la contraportada: “LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET. Una novela narrada con palabras e ilustraciones de Brian Selznick.” Su diseño es diferente a los libros usuales, ya que el borde de todas las páginas es negro, y a primera vista el lector no diferencia cuáles son texto y cuáles no. Comienza con 46 páginas de ilustraciones que van narrando la historia. El texto, escrito sobre fondo blanco, no se ilustra. De esta manera, los dibujos cuentan con la misma carga narrativa que el texto y se van alternando (partes de la historia las cuentan las imágenes y partes el texto). Es una fórmula narrativa realmente nueva para mí, ya que es la primera vez que la encuentro en un libro.
La historia atrapa: Dividida en dos partes bien diferenciadas, uno no se da cuenta hasta más de la mitad del libro de que el autor está llevando a cabo un verdadero homenaje al cineasta francés George Meliés. Su famosa película “Viaje a la luna”, de 1902, impregna la narración desde el principio.
Todo sucede en los años treinta en la estación de trenes de París. En la película, dirigida por Martin Scorsese, la presentación de la historia es totalmente fiel a las primeras imágenes que aparecen en el libro. Magistralmente llevadas a escena en 3D, nos envuelven en una atmósfera mágica que llena los poros de poleas, tuercas y engranajes de relojero hasta que nuestro mecanismo encaja perfectamente con el de la trama. La fotografía, impecable y repleta de buen gusto, respeta a todas luces las ilustraciones de Selznick y el ritmo de la historia. Esta adaptación consigue que el homenaje a las primeras películas y al cineasta se lleve a cabo de un modo que en el libro no se llega a palpar, ya que, partiendo del mismo medio y contando con imágenes originales del cinematógrafo y otras maravillosamente recreadas para la película, se obtiene un resultado arrollador.
En un banco del parque

Me senté en un banco del parque, el único que quedaba libre a la sombra. Bueno, no estaba libre del todo: en el otro extremo se encontraba un niño de unos diez años sentado con las piernas cruzadas sobre el banco, el pelo largo enmarañado cubriéndole la cara y todo el cuerpo volcado sobre el libro que estaba leyendo, que identifiqué rápidamente como La historia Interminable por el texto en color verde. Agradecí internamente que no estuviera leyendo a Gerónimo Stilton y saqué del bolso el libro que me tiene en vilo aún: El misterio del cuarto amarillo. Le miré largamente con gran interés pero con prudencia. No suelo encontrar castillos construidos en mitad del parque ni caballos, lobos, princesas o tortugas gigantes, así que respeté su refugio y erigí el mío propio, cruzando las piernas sobre el banco y abriendo mi libro. Cualquiera que nos hubiera visto desde fuera podría haber pensado que se trataba de una campaña de promoción lectora, como aquella en la que se decía que si los padres leen los niños también lo harán. Podría ser su madre, pensé. Me pregunté dónde estaría la suya, si andaría por el parque, si leería. Al poco rato noté que me miraba y levanté la vista. Le hizo gracia que estuviéramos los dos en la misma posición. – Te estoy imitando- le dije. – Pero no estás leyendo lo mismo que yo – No – ¿Qué libro es? – El misterio del cuarto amarillo – ¿Es de asesinatos? – Sí, hay un asesinato en un cuarto pintado de amarillo. Tratan de matar a una chica que se había encerrado allí por dentro. Ella grita pidiendo socorro y cuando tiran la puerta abajo para salvarla, la encuentran herida, pero el asesino no está por ninguna parte, y no ha podido salir por la ventana porque está plagada de barrotes, ni por la puerta, porque estaba vigilada por los familiares que intentaban entrar para socorrerla. – Seguro que está debajo de la cama – Sí, puede ser, como todavía no llevo mucho leído no sé qué pasará. Cuando lo sepa, te lo cuento. – No importa, puedo leérmelo –miró hacia mi libro con curiosidad, torciendo el gesto y arrugando un poco la nariz- Pero primero tengo que terminar el mío. Cerró el libro para que pudiera ver el título que ya conocía. Asentí. – Me encanta esa historia. ¿Te parece interminable? – Es un poco largo el libro, pero ojalá sea interminable, porque cuando un libro me gusta no quiero que se acabe. – Disfrútalo mucho – Sí Y volvió a bajar la vista al libro. Noté cómo temblaba el suelo y se levantaba de nuevo a su alrededor el maravilloso mundo de Fantasía, y no pude menos que sonreír divertida. Eso sí, continué estudiando el caso. De hecho, aún estoy en ello. Maldita sea, ese estúpido del tío Jacques seguro que es cómplice. Los mayordomos. Siempre los mayordomos.
La SABAN de los belgas, la SGAE de los españoles.
Esta mañana un amigo me ha “despertado” con la noticia que les enlazo AQUÍ, acerca de SABAN, la asociación de autores, compositores y editores belga. Comentan que “deberían empezar a pagar en efectivo por la audacia de leerles en voz alta historias que están en los libros con derechos de autor. El representante de la biblioteca calcula que eso podría costar unos 250 euros por año para pagarle a SABAM por el derecho a leerle libros a los niños” No es la primera vez que nos moja esta lluvia. Hace unos años ya la SGAE hacía alusiones a su derecho de cobrar dinero por el uso de las bibliotecas públicas o de que los narradores o voluntarios de lectura cobraran por leer en voz alta historias provenientes de libros con derechos de autor (20 céntimos por préstamo, creo recordar). Esto, en un país donde deberíamos pagar por hacerlo, ya que, con lo que se lee, qué menos que agradecer a los que desean compartir la palabra, su generosidad y disposición. La biblioteca ya ha pagado por el libro. No entiendo: ¿es que si no se cobra el préstamo se la debe multar por cumplir con su misión, que es la del préstamo de libros y difusión de la cultura? No sé exactamente qué finalidades tienen estos amagos absurdos que, por suerte, no trascienden. Espero que los belgas se encarguen de que así sea.
¿De dónde sale esta niña?
Normalmente cuando un libro infantil cae entre mis manos, lo primero que me planteo es si me gusta o no me gusta (texto e ilustración), si me parece de calidad o no. Después, si acaso, me paro a pensar en su posible finalidad (aparte del disfrute de leerlo) o qué “valores” pueden trabajarse con él. Sin embargo, este mes de explosión femenina y hoy, de celebración del Día Internacional de la Mujer, con más razón comento esta última lectura: ¿De dónde sale esta niña? (Edelvives, Colección AlaDelta Roja, 2011) Escrito por Thierry Lenain e ilustrado por Delphine Durand, este librito es un pequeño y divertido ejemplar totalmente recomendable para los primeros lectores. Yo me imaginé leyéndolo o contándolo a los de cinco o seis años, aunque puede disfrutarse a cualquier edad. Probablemente, a la hora de enmarcarlo en una unidad didáctica o en una temática concreta, iría directo a “Igualdad de género”, ya que el mensaje de la historia viene a decirnos que las niñas son diferentes, pero no más débiles. Así comienza: “Para Sami, antes, todo era muy sencillo. Primero: había gente con sirí. Segundo: había gente sin sirí. Tercero: los que tenían sirí eran más fuertes que los que no tenían sirí. ¡Por la sencilla razón de que tenían sirí! Y Sami estaba muy contento por pertenecer al grupo de los que tenían sirí. Y que se aguantaran las niñas… Él no tenía la culpa de que a las chicas les faltase algo. ¡Allá ellas!” Pero todo eso era antes, porque un buen día llega una alumna nueva a clase, una niña, esa especie que sólo juega con muñecas y dibujan florecitas de colores entre nubes de algodón. Pero Luna dibuja mamuts, juega al fútbol y tiene una bicicleta de chico. Y Sami se pregunta: ¿De dónde sale esta niña?” El libro, de clara inclinación didáctica (algo que se nota sobre todo en las últimas páginas) está bien escrito, con sentido del humor y sencillez y con unas ilustraciones muy divertidas.
Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer
Hoy les dejo un enlace interesantísimo a EL PAÍS (CULTURA), donde Ignacio Bosque, catedrático de la Complutense, lingüista y miembro de la RAE, lleva a cabo un estudio titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”. Analiza en él nueve guías de lenguaje no sexista que han sido publicadas estos últimos años por diferentes instituciones sin contar con la colaboración u opinión de los lingüistas. Comulgo con sus ideas desde hace muchísimos años, y me ha enervado siempre ver cómo los defensores (las defensoras) de la mujer tendían siempre a confundir el uso del lenguaje de género y el género lingüístico. Bosque señala ideas como esta: “(…)son sexistas, y por tanto discriminatorias, frases como Los ingleses prefieren el té al café, como prefieren las mujeres rubias a las morenas, pero no lo es, en cambio, formar construcciones genéricas con artículos determinados o cuantificadores en masculino, como en Todos los que vivimos en una ciudad grande.” De un modo excelente critica las nueve guías en 11 puntos muy esclarecedores, tratando de ser lo más objetivo posible, poniendo ejemplos claros y realistas (por ejemplo, en la labor docente del profesor de lengua) y valorando positivamente lo que, en el fondo, estas guías proponen: “Intuyo que somos muchos —y muchas— los que pensamos que la verdadera lucha por la igualdad consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas sociales y en la mentalidad de los ciudadanos. No creemos que tenga sentido forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad, impulsar políticas normativas que separen el lenguaje oficial del real, ahondar en las etimologías para descartar el uso actual de expresiones ya fosilizadas o pensar que las convenciones gramaticales nos impiden expresar en libertad nuestros pensamientos o interpretar los de los demás.” En fin, un artículo recomendable.
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